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210 toneladas de tomate al año gracias al agua caliente de otra empresa de Navarra

Iñaki Larrea se desempeña como responsable de personal en Cultivos de Navarra, ubicada en Artajona, Navarra. Existen opiniones que señalan que las hortalizas y frutas de invernadero tienen menos calidad que las del campo abierto. Sin embargo, Larrea está satisfecho con la producción bajo techo en Artajona. "Todo depende del cariño con el que trabajes", comenta a sus compañeros. Las plantas se despliegan extensamente, ofreciendo una promesa de calidad.

Bajo el invernadero, la luz se filtra suavemente. Larrea destaca que "producimos tomates en épocas con poca oferta en el mercado" y señala a Neolectra, una empresa que depura purines de cerdo. "Aprovechamos el agua caliente que genera para cultivar nuestros tomates", explica. Este sistema funciona como un "circuito cerrado" que distribuye agua caliente mediante tubos a lo largo de la tierra, actuando como un "suelo radiante".

Cultivos de Navarra cuenta con siete empleados y una hectárea destinada a los tomates. Alberto Lizarraga, ingeniero agrónomo, implementó este sistema hace más de dos décadas y dio nombre a la empresa. Larrea, encargado del personal, indica que la plantilla se amplía según la campaña.

En el invernadero, un zumbido se escucha mientras abejorros polinizan las flores; "sin ellos, esto no funcionaría", afirma Larrea. El proceso requiere cooperación de luz, agua, insectos y calor dosificado. "Cada año, Eroski apuesta más por el producto local, y se lo agradecemos infinitamente", comenta Larrea. La variedad cultivada es el "tomate Feo de Artajona", apreciada por su contenido carnoso y piel fina. Emplean sustrato de fibra de coco y sistema de riego ajustado al milímetro.

Cultivos de Navarra realiza dos campañas anuales, produciendo 120 toneladas de enero a junio y 90 de julio a diciembre, llegando a unos nueve kilogramos por metro cuadrado. La facturación anual varía entre 400.000 y 500.000 euros, expandiéndose a regiones como Madrid, Barcelona y Vitoria, especialmente gracias a la colaboración de quince años con Eroski.

Uno de los principales desafíos es combatir plagas. Larrea utiliza métodos biológicos, como liberar Nesidiocoris para controlar la mosca blanca y mantener un ecosistema equilibrado. Proveniente de una familia con tradición agrícola, Larrea recuerda cómo su padre y abuelo abandonaron el cultivo de tomate exterior por la calidad. "Ellos me transmitieron la pasión por la tierra", comparte.

Fuente: navarracapital.es