En tierras nijareñas, Abel Castillo maneja una explotación familiar que abarca cuatro hectáreas de tomate pera destinado a la exportación. Actualmente, se encuentra en la fase de colocar plásticos en los invernaderos, una labor que describe como agotadora. Abel planea finalizar esta tarea para el cierre de la semana, lo que le permitiría disfrutar de un mes de descanso con su familia. Comentó que "hoy terminan de echarme el plástico, cierro y a primeros de agosto planto este invernadero. El otro ahora mismo se está solarizando". El proceso de solarización es un método que busca regenerar la tierra y combatir hongos, nemátodos y virus.
El trabajo con los plásticos en los invernaderos es una parte fundamental de la agricultura en Almería. Normalmente, los plásticos se cambian cada tres años, pero esto puede variar según las condiciones meteorológicas. Abel señala que en su región, las lluvias son escasas pero intensas. "Por aquí llueve poco, pero cuando lo hace, es de forma abundante", menciona, indicando que hasta ahora ha evitado los daños por riadas y granizo.
El cambio de plástico es complicado. Es fundamental tener la habilidad necesaria para maniobrar por la estructura del invernadero y colocar el plástico de manera homogénea para que resista el viento. Las altas temperaturas de junio complican aún más la labor, con los trabajadores comenzando al amanecer y trabajando hasta las once para luego regresar cuando el sol comienza a caer.
La decisión de cambiar la cubierta depende de la experiencia del agricultor y de las condiciones observadas al final de cada campaña. "El plástico nuevo tiene una serie de propiedades que son beneficiosas para los cultivos", señala Abel, destacando que permite una mejor entrada de luz y protección contra el frío. También se emplea el blanqueo, dependiendo de la necesidad de luz para cada etapa de la campaña.
La inversión en nuevos plásticos es uno de los gastos más elevados para el agricultor, con un costo aproximado de 2.500 euros por hectárea en mano de obra, y unos 70 céntimos/m² de plástico, lo que totaliza alrededor de 8.000 euros por hectárea. Abel lo asume como parte del mantenimiento de la finca, planificado al inicio de la campaña.
Con respecto al futuro, Abel planea comenzar la siembra a principios de agosto, confiando en que la campaña sea exitosa a pesar de los retos que representa la escasez de agua. "Existe bastante incertidumbre", reconoce, resaltando los problemas anteriores con el agua de la desaladora de Carboneras.
Fuente: diariodealmeria.es