Las explotaciones de cultivos intensivos en invernaderos enfrentan dos desafíos ambientales: la eliminación de residuos plásticos de cubiertas y tuberías de riego obsoletas, y la gestión de los restos de plantas como tomates, pimientos y berenjenas al finalizar cada ciclo productivo. En El Ejido, Almería, con 13.000 hectáreas dedicadas a horticultura bajo plástico, se han implementado sistemas de reciclaje para permitir que los plásticos tengan múltiples vidas, reduciendo significativamente los vertederos incontrolados. Sin embargo, investigadores de la Estación Experimental 'Las Palmerillas', de Cajamar, buscan avanzar hacia una economía circular.
Un problema de la biomasa es la presencia de restos de plástico, como las cintas de rafia utilizadas para atar plantas. Estos plásticos no son compostables, pero esto cambiaría con el uso de biopolímeros, plásticos 'verdes' obtenidos de la biomasa vegetal. Ramón Gil, director de 'Las Palmarillas'; Alicia María González, especialista en bioeconomía; Miguel Ángel Domene, especialista en alimentación y salud; y Mª Dolores Segura, especialista en biotecnología, vislumbran un futuro donde plásticos biodegradables se integran al suelo como fertilizante.
Los films de acolchados y cintas de riego, si fueran de biopolímeros, podrían triturarse e integrarse al suelo, descomponiéndose naturalmente y enriqueciendo el suelo. Aunque los plásticos de invernadero requieren mayor resistencia, las soluciones temporales para acolchados y riego, compuestas de polímeros vegetales, podrían resolver el problema de residuos, reducir costos de mano de obra y mejorar la gestión de subproductos.
El equipo de Las Palmerillas sonríe ante la posibilidad de que estas innovaciones sean una realidad próxima. Con instalaciones mejoradas que cuentan con tecnología avanzada, los investigadores están posicionados para generar soluciones valiosas dentro del marco de la economía circular y abordar múltiples problemáticas del sector agrícola.
Fuente: lasprovincias.es