Puede que Mauricio, la pequeña nación insular enclavada en el océano Índico, sea más conocida como paraíso tropical, pero más allá de sus pintorescas playas se esconde un paisaje agrícola complejo y en constante evolución. Empresas como Agrex Ltd, especializada en el sector de los invernaderos y filial del Grupo ENL (uno de los mayores conglomerados de la Bolsa mauriciana), se centran en este ámbito de especialización para contribuir a garantizar la seguridad alimentaria del país.
Alban de Speville, Director General de Agrex, comparte sus ideas sobre cómo modernizar la agricultura de invernadero en una isla marcada tanto por las promesas como por los peligros.
Alban de Speville, Agrex Limited, es el distribuidor mauritano de Riococo, y visita a Shan Halamba y al equipo de Riococo en Greentech Amsterdam 2025.
Los orígenes de Agrex
"Existimos desde hace 12 años y formamos parte de un gran grupo multidiversificado de Mauricio, ENL, que existe desde hace 200 años y está muy arraigado en la agricultura de la caña de azúcar", explica Alban. Aunque la caña de azúcar sigue siendo un sector básico, la diversificación es fundamental. Aquí es donde entra Agrex, que se centra en la importación, venta al por mayor y distribución de equipos de alta calidad para invernaderos en Mauricio.
Uno de los movimientos más singulares de la empresa fue su estrategia cartográfica poco ortodoxa: "Nuestra estrategia fue con Google Earth. Pasé noches enteras localizando pequeños invernaderos. Luego, con un teléfono con GPS, conectábamos con esos cultivadores".
Este nivel de trabajo de campo cubierto ayudó a Agrex a obtener una ventaja crucial como pionero en un paisaje agrícola que, de otro modo, sería fragmentado, desconocido e informal.
El mosaico de invernaderos mauricianos
Mauricio cuenta con unos 1.000 cultivadores de invernadero repartidos por toda la isla, cada uno de los cuales cultiva en parcelas de apenas 500 metros cuadrados de media. Aunque esto podría sugerir un rico ecosistema de agricultura local, Alban es sincero sobre los retos: "Es una cadena de suministro muy atomizada y no siempre se sabe quién está implicado. Es bastante informal".
En cuanto a la tecnología, los invernaderos de Mauricio están entre básicos e intermedios, según la comparación global. "Comparado con los estándares holandeses, es de baja tecnología. Pero para África y Asia, podríamos llamarlo tecnología media".
Son habituales las estructuras metálicas con redes a prueba de insectos y láminas de plástico difusas de 200 micras. Sin embargo, la mayoría de los sistemas carecen de automatización, y solo un puñado de fincas (quizá cuatro o cinco) utilizan sistemas de control climático.
El enigma de los ciclones
No se puede hablar de agricultura en Mauricio sin abordar la inminente amenaza de los ciclones. "Si inviertes un millón de euros en una estructura y el año que viene hay un ciclón, lo pierdes todo. Y no hay seguro".
Este riesgo fundamental limita el gasto de capital. Aunque el interés por sistemas más modernos y automatizados va en aumento, sobre todo en los últimos tres años, la inversión sigue siendo prudente y suele proceder de los grandes grupos mauricianos.
La reciente devastación en la cercana isla de la Reunión, donde los vientos alcanzaron los 260 km/h, no hace sino reforzar estos temores. "Incluso las estructuras de buena calidad se doblaron. Aquí no solo nos enfrentamos al calor, sino también al viento".
Un clima de contrastes
La agricultura de invernadero en Mauricio no solo está condicionada por el viento, sino también por fuertes contrastes estacionales. "En verano, los invernaderos alcanzan fácilmente los 45 °C con una humedad del 100%. La polinización falla y los rendimientos caen a una décima parte de lo que se obtiene en invierno".
El resultado es una volatilidad extrema de los precios. Por ejemplo, el precio de los tomates puede alcanzar los 10 euros por kilo en verano, pero caer en picado hasta 1,50 euros en invierno.
¿La paradoja? Aunque los agricultores podrían obtener importantes beneficios durante el verano, cuando la oferta es baja y los precios altos, no pueden cultivar con eficacia debido al estrés térmico y la presión de las plagas. "Sí, la automatización, como los techos ventilados, ayudaría, pero estos sistemas holandeses son muy caros. Y de nuevo, está el riesgo de ciclones".
Presión de las plagas: Una amenaza creciente
Además de los retos climáticos, el control de plagas es una batalla constante. "En Mauricio hay todas las plagas, bacterias y hongos que se puedan imaginar. Cada año aparecen unas dos plagas nuevas. Y la normativa es cada vez más estricta, con más plaguicidas prohibidos".
El turismo y el comercio internacional también contribuyen a esta vulnerabilidad ecológica. "El clima es perfecto para los insectos, lo que lo convierte en un paraíso para las plagas".
Barreras culturales y estructurales
Cuando se le pregunta si los modelos cooperativos podrían permitir a los pequeños productores aunar recursos para obtener mejores equipos, Alban se muestra realista:
"No está en la cultura mauriciana. Cada uno hace sus cosas y no quiere compartir conocimientos".
Este espíritu independiente puede ofrecer flexibilidad, pero dificulta la colaboración a gran escala. La ausencia de cooperativas agrícolas también ahoga la innovación y el acceso a tecnologías que requieren mucho capital.
El camino a seguir
A pesar de los obstáculos, mantiene la esperanza. Una solución prometedora es la agricultura de interior. "Puede resistir los ciclones y reducir el uso de pesticidas". Sin embargo, ni siquiera esto es una panacea, ya que la volatilidad de los precios y los elevados costes iniciales siguen siendo importantes factores disuasorios. "El gobierno podría asegurar las estructuras, no subvencionarlas, sino asegurarlas contra los ciclones. Eso lo cambiaría todo".
"Si uno puede invertir en sistemas inteligentes y superar estos riesgos, será el único que tenga tomates en verano, y valdrán su peso en oro".
Para más información:
Agrex
Alban Doger de Spéville
+230 5423 7111
https://agrex.mu