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El sector de la horticultura invernada como actor en la transición energética

Tomates, pepinos e hidrógeno

"Para muchas industrias, el calor residual por debajo de los 100 grados es simplemente lo que indica la expresión: un residuo. Pero en horticultura, es una materia prima valiosa. Y eso abre la puerta para que el sector de la horticultura invernada juegue un papel relevante en, por ejemplo, la transición hacia el hidrógeno verde", explica Bart van Meurs, de la empresa consultora holandesa Division Q, que está en conversaciones con diversos actores para instalar un electrolizador en la región hortícola de Westland, que permita producir hidrógeno directamente en las explotaciones agrícolas.

Division Q trabaja en hidrógeno para la horticultura

Calefacción sostenible
"La calefacción sostenible es una prioridad tanto para nuestro sector como para nuestra empresa. Llevamos tiempo siguiendo con atención la evolución del hidrógeno como vector energético. Sin embargo, calentar un invernadero únicamente con hidrógeno aún no es una opción realista: la disponibilidad de hidrógeno verde sigue siendo escasa, la infraestructura no está preparada y los costes siguen siendo elevados. Fue entonces cuando comprendimos que el sector hortícola no solo tiene potencial como consumidor de hidrógeno, sino también como productor eficiente del mismo", explica Bart.

El hidrógeno se produce mediante un electrolizador, un dispositivo que convierte la electricidad en hidrógeno a través de la electrólisis del agua. En este proceso no toda la energía se transforma en gas: una parte se libera en forma de calor. Y justo ahí entra la horticultura bajo invernadero en escena, ya que puede aprovechar ese calor residual de manera muy eficiente. "En muchos procesos industriales, ese calor se desperdicia y acaba disipándose en ríos o mares. En cambio, los invernaderos ofrecen una oportunidad única: pueden reutilizar ese calor, incluso cuando no supera los 100 grados. Además, reúnen condiciones ideales para ello, puesto que disponen de conexiones eléctricas de alta capacidad y espacio disponible para instalar paneles solares."

Division Q está completamente volcada en hacer realidad esta visión. Esta empresa, surgida como spin-off del productor de germinados Koppert Cress, actúa tanto como desarrollador de proyectos como inversor en innovaciones sostenibles para el sector hortícola, con especial atención a la energía, la automatización y la gestión del agua. En este caso concreto, no se descarta que ellos mismos se conviertan en la start-up que lidere el proyecto. "Los diseños técnicos ya están finalizados y ahora nos encontramos en la fase de viabilidad económica, trabajando en la definición de clientes, proveedores, financiación y trámites administrativos", resume Bart. El objetivo es tomar la decisión de inversión en la segunda mitad de 2025, con la mira puesta en tener la instalación operativa a lo largo de 2026.

El proyecto ha despertado un entusiasmo notable. Division Q trabaja de la mano con socios estratégicos como Certhon, Metazet, De Rijke Techniek y Accenda, y mantiene negociaciones con potenciales compradores del hidrógeno que se generará. "Contamos con un modelo de negocio muy sólido", asegura Bart. "Hemos integrado el calor residual en nuestros cálculos financieros con un valor de mercado realista, y eso nos permite ofrecer un precio final del hidrógeno que resulta muy competitivo".

La demanda de hidrógeno verde no deja de crecer. "Cada vez más generadores, excavadoras y maquinaria pesada necesitan descarbonizarse, sobre todo en entornos urbanos, donde las exigencias medioambientales son cada vez mayores". También en el sector del transporte se abren nuevas oportunidades — de hecho, la empresa ya ha incorporado un camión impulsado por hidrógeno. "En el transporte de pasajeros, por ahora no resulta rentable", aclara Bart. "Las baterías han avanzado tanto que, a día de hoy, la movilidad eléctrica es la opción más eficiente. Pero en el transporte pesado, el peso de las baterías juega en contra. Ahí es donde el hidrógeno marca la diferencia".

Además, este proyecto ejemplifica cómo el productor agrícola puede redefinir su papel en el nuevo panorama energético. "Como sector, debemos demostrar nuestro valor añadido", subraya Bart. "Y ese valor no se limita al espacio físico disponible; también podemos aportar soluciones dentro del sistema energético. Podemos ser consumidores, sí, pero también productores… en este caso, de moléculas de hidrógeno".

Pepinos e hidrógeno
En el caso específico del electrolizador previsto en la localidad de Westland, todo el calor generado podrá ser aprovechado directamente en la explotación de Koppert Cress. De hecho, al combinarse con la energía geotérmica ya empleada, se espera que la empresa pueda funcionar completamente libre de combustibles fósiles.

Y lo más interesante: el concepto es totalmente escalable y replicable. ¿Estamos ante un futuro en el que los agricultores, además de tomates, pepinos o pimientos, también producirán hidrógeno? Puede parecer una idea extraña, pero para Bart es una evolución lógica. "Cuando apareció la cogeneración, también empezamos a producir electricidad. Y desde entonces, hemos aprendido a aprovechar el calor residual de un proceso energético. Con el hidrógeno, en el fondo, estamos haciendo exactamente lo mismo."

Division Q
[email protected]
www.divisionq.nl