Una nueva investigación de la Universidad de Florida muestra que la tecnología de pulverización selectiva de malas hierbas puede reducir el uso de herbicidas en el cultivo del tomate en un 71%, al tiempo que reduce los costes de gestión de las malas hierbas en un 75%. Estos resultados tienen importantes implicaciones para la industria del tomate de Florida, valorada en casi 500 millones de dólares anuales, según el USDA.
El estudio fue dirigido por Nathan Boyd, profesor de ciencias hortícolas del Instituto de Ciencias Agroalimentarias de la UF (UF/IFAS). Boyd explicó que la gestión convencional de las malas hierbas suele consistir en pulverizar herbicidas por todo el campo, aunque las malas hierbas tienden a crecer en zonas concretas. Los sistemas de pulverización selectiva utilizan inteligencia artificial (IA) y visión artificial para detectar y pulverizar solo donde hay malas hierbas, lo que reduce considerablemente la cantidad de herbicida liberada al medio ambiente.
La mayoría de los tomates de Florida se cultivan en campos abiertos mediante plasticultura, un método en el que los cultivos se plantan en camas elevadas cubiertas con mantillo de plástico. Las malas hierbas pueden surgir en los agujeros de los trasplantes, crecer entre las camas o perforar el plástico. El equipo de Boyd probó un programa que combina varias estrategias de pulverización selectiva. Un método consistía en aplicar herbicida solo en el suelo desnudo entre los arriates elevados en lugar de tratar toda la zona. Otro método consiste en pulverizar directamente en los agujeros de trasplante, donde las malas hierbas compiten estrechamente con las tomateras. Una tercera estrategia se centró en las malas hierbas nutsedge que perforan a través del mantillo de plástico, con herbicida aplicado sólo a esos lugares específicos.
El estudio, realizado en el Centro de Investigación y Educación de la Costa del Golfo de la UF/IFAS y financiado en parte por el USDA, es el primero en demostrar que la integración de múltiples métodos de pulverización selectiva en un único programa de control de malas hierbas puede ser eficaz en los sistemas de producción de hortalizas. Boyd destacó que las malas hierbas compiten con los cultivos por el agua y los nutrientes, reducen el rendimiento, disminuyen la calidad de la fruta y elevan los costes de producción. Los cultivadores de Florida llevan años utilizando la gestión integrada de las malas hierbas, pero este nuevo enfoque aporta mayor precisión y eficacia.
Boyd afirma que la investigación se basa en las aportaciones de los agricultores, lo que garantiza que responda a los retos del mundo real. Espera comercializar estas tecnologías basadas en la IA en el futuro para ayudar a los agricultores a seguir siendo productivos y sostenibles.
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