Canadá fue uno de los primeros países en mostrar al mundo cómo es una industria del cannabis regulada. A medida que este sector iba tomando forma en Europa, algunas empresas vieron la oportunidad de aplicar al viejo continente las lecciones aprendidas en el extranjero. Esta fue la misión inicial de CannaPro. La empresa puso un pie en Europa ayudando a los productores a diseñar invernaderos y montar laboratorios de producción. "Ahora, estamos mucho más involucrados en laboratorios farmacéuticos que en instalaciones", dice Rubén García, de CannaPro. Y el mundo farmacéutico es totalmente distinto.
"Hemos pasado de ser un proveedor de servicios a trabajar directamente en divisiones farmacéuticas, no sólo en España, sino también en Marruecos, Sudáfrica, Alemania y Suiza", explica Rubén. "Pero la verdad es que la industria farmacéutica todavía está en su fase de sótano en lo que se refiere al cannabis. Hay una comprensión básica de los cannabinoides y los estupefacientes, pero ¿transparencia legal e integración plenas? Aún no estamos ahí".
Según Rubén, muchas empresas en Suiza se autodenominan laboratorios, pero no tienen la certificación GMP. Alemania, por su parte, exige a la UE una producción con certificación BPF, pero esa demanda supera con creces la capacidad de producción actual. "Es lo mismo que ocurrió en Canadá", dice Rubén. "En 2008, el mercado ilícito producía un cannabis más seguro y de mayor calidad que el legal. Los dispensarios tenían altos estándares, pero faltaba supervisión. Europa quiere evitar eso, por eso las GMP de la UE son imprescindibles."
La escasez de oferta es real
En Alemania, señala Rubén, sólo hay seis licencias de producción con certificación GMP, que cubren unas 100 toneladas anuales. "No es ni mucho menos suficiente", afirma. "Incluso importan de Macedonia, pero cuando se analizan, esos productos suelen triplicar el contenido de metales pesados permitido. Es un desastre".
Aquí es donde interviene CannaPro, tendiendo un puente entre productores, procesadores y distribuidores. "Hemos ayudado a crear un laboratorio marroquí que se dedica principalmente al kief. La calidad es sólida, pero aún no se trata de GMP de la UE. La producción es agronómica, así que no se puede poner una etiqueta farmacéutica. Se necesitan protocolos adecuados, auditorías y la participación del Estado".
Crear una cadena de suministro farmacéutica
CannaPro está estructurando actualmente la primera fase de la certificación GMP en Marruecos: la auditoría agronómica. "Es la capa base", explica Rubén. "Se prepara la materia prima con una manipulación mínima y se siguen 10 protocolos básicos. De ahí pasa a los laboratorios farmacéuticos de Europa, donde se convierte en medicamento real".
Dada la falta de estas empresas con certificación EU-GMP fuera de Europa, y la falta de cultivadores, la solución actual es que el cannabis se envíe a instalaciones GMP en Europa que procesan el producto que luego se venderá a los clientes.
Al mismo tiempo, la industria se prepara para experimentar un cambio masivo en un futuro no muy lejano. La industria farmacéutica ha estado preparando su entrada en el mercado del cannabis medicinal, con la perspectiva de cambiar por completo las reglas del juego. "Las farmacéuticas no quieren flores en una bolsa", dice Rubén. "Quieren pastillas: ampolladas, medidas, envasadas. Esa es la evolución de la industria del cannabis a sus ojos. La industria parafarmacéutica ya se está moviendo en esa dirección, con gominolas para dormir, controlar el peso o lo que sea. La verdadera farmacia quiere esas fórmulas, pero respaldadas por una producción precisa y certificada".
Rubén es contundente: "Cuando se piensa en los productores de cannabis en Europa, sigue existiendo esa extraña imagen de una operación hippie con bata de laboratorio. Pero cuando se habla de medicina, se habla de farmacia. Esas son las que tomarán el relevo". Aun así, los productores de invernadero tienen un papel que desempeñar, sobre todo los que producen biomasa para extracción. "Hay demanda de genética específica utilizada en el tratamiento del dolor. Estas plantas necesitan nutrientes específicos, medios específicos, y se utiliza toda la planta, no solo la flor."
Una empresa española que trabaja con CannaPro produce muy poca flor. ¿Por qué? Porque su cliente suizo solo necesita extractos de una genética concreta, cultivada de una forma específica y con certificación GMP de la UE. "Esa es la nueva normalidad".
"Tenemos clientes estadounidenses que compran cualquier biomasa que puedan conseguir de cultivadores de exterior", dice Rubén. "Hablamos de contratos por el 100% de la producción durante 48 meses, con especificaciones de secado y humedad. Los productores de exterior no desaparecerán, sino que se integrarán en sistemas más estructurados".
El reto consistirá entonces en estar a la altura de las exigencias de un mundo farmacéutico que no tolera la improvisación, pero que seguirá necesitando los frutos de una planta de cannabis.
Para más información:
CannaPro
cannaproeurope.com