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Tecnología para una navegación más limpia: del mar al invernadero

Desde 2024, el sector marítimo está sujeto al pago de impuestos por las emisiones contaminantes que genera. "Emitir CO₂ ya no sale gratis, y eso está empujando a los armadores a buscar soluciones efectivas para reducir su huella de carbono", explica Rolf Bakker, de las empresas Value Maritime y Value Carbon, en una entrevista concedida a Shell.

Value Maritime se ha consolidado como referente en la captura activa de CO₂ directamente desde los gases de escape de los buques, incluidos aquellos que operan con combustibles fósiles convencionales como el diésel o el fueloil. Actualmente, la compañía ha ampliado su campo de acción al GNL (gas natural licuado), considerado hoy por hoy el combustible marítimo con menores emisiones de CO₂.

"En el marco de un consorcio, estamos trabajando en la primera aplicación de nuestro sistema a bordo de un buque propulsado por GNL: el Samskip Kvitbjorn, de bandera noruega", comenta Bakker. "Este proyecto pionero demuestra que, incluso en buques que ya operan con GNL, todavía hay margen para dar pasos firmes hacia una mayor sostenibilidad mediante tecnología innovadora. En este tipo de embarcaciones somos capaces de capturar más del 75% del CO₂ emitido, ya que no es necesario eliminar partículas finas ni azufre."

El CO₂ capturado no se desperdicia. Value Maritime lo suministra directamente al sector hortícola bajo invernadero, donde ya se han realizado pruebas con resultados satisfactorios.

Shell, por su parte, continúa explorando nuevas vías para lograr una navegación con la menor huella de carbono posible. Aunque el GNL sigue siendo la alternativa más viable en este sentido, todavía persiste un desafío técnico: ciertos motores a GNL liberan metano sin quemar a través del escape, un fenómeno conocido como methane slip. Este gas, cabe señalar, tiene un potencial de calentamiento global considerablemente superior al del dióxido de carbono.

Para hacer frente a este reto, Shell está desarrollando un sistema de postcombustión catalítica capaz de transformar ese metano residual en vapor de agua y CO₂. "Ya lo hemos validado con éxito en pruebas de laboratorio y en bancos de ensayo", explica Joost van de Venne, tecnólogo de Shell. "El siguiente paso es demostrar que esta tecnología también funciona a escala real, en condiciones operativas."

La intención es poner en marcha una prueba piloto a bordo de un buque en operación en 2026, como parte del consorcio GreenRay. El proyecto se lleva a cabo en colaboración con la empresa finlandesa Wärtsilä, uno de los mayores fabricantes de motores marinos del mundo.