El próximo 1 de septiembre de 2025 marcará un punto de inflexión en la gestión de residuos agrícolas en España, ya que las plantas de tratamiento dejarán de admitir restos vegetales que contengan rafia plástica convencional de polipropileno. La medida, enmarcada entre otros, en el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR), obliga al sector hortofrutícola a dar un paso decisivo hacia la economía circular y a sustituir los materiales sintéticos por alternativas biodegradables o biocompostables.
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Un problema estructural en la horticultura intensiva
En provincias como Almería, epicentro de la horticultura intensiva bajo plástico en Europa, la magnitud del desafío es más que notable. El entutorado de cultivos utiliza principalmente rafia de polipropileno no biodegradable; y lo hace en cantidades ingentes.
Desde la Junta de Andalucía se estimaba en 2016 que para un cultivo de tomate en invernadero, el consumo medio de rafia de polipropileno estaba en torno a 40–45 kg por hectárea, mientras que en el caso del pimiento, asciende a unos 50 kg por hectárea.
Esto podría suponer en torno a 40.000 metros lineales de rafia por hectárea en esos cultivos, en una provincia con más de 32.000 hectáreas cultivadas en total. Solo hay que multiplicar para imaginar el volumen de rafia que a partir de ahora habrá que eliminar o sustituir, y que hasta ahora permanecía —de forma mayoritaria— entre los más de 2 millones de toneladas anuales de residuos vegetales frescos derivados de los cultivos hortícolas intensivos (sandía, melón, judías verdes, entre otros) de Almería.
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"¿Por qué ahora?"
Esta es una pregunta que se escucha repetidamente desde hace semanas en muchas zonas de Almería, como El Ejido, donde se ubica la gestora de residuos agrícolas Servicios Ambientales Las Chozas. Pero la decisión no proviene de una nueva ley específica, sino de la actualización de las autorizaciones ambientales a los centros de compostaje. "La Administración nos dio un margen para intentar reciclar este plástico, pero es imposible e inviablemente económico por sus características. Por ello, al final, para cumplir con la normativa, nos hemos visto obligados a dejar de recepcionarlo", explica Juan Bartolomé Escobar, gerente y director técnico de la entidad.
Cabe recordar que, ya en 2016, hace 9 años, la Consejería de Agricultura planteó la separación de las rafias no biodegradables y elementos plásticos del tutorado del cultivo dentro de las líneas de actuación en la gestión de los residuos agrícolas.
El problema, además, no es solo normativo, sino técnico: "Trabajar con plástico encarece muchísimo el proceso y multiplica el tiempo necesario para que se lleve a cabo el compostaje. Mientras que un compostaje normal tarda 4 o 5 meses, con rafia se alarga más de un año, reduciendo muchísimo nuestra capacidad de trabajo. Además, al final siempre quedan microplásticos en la enmienda orgánica además de trazas químicas, lo que nos impide certificar el compost como ecológico".
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Alternativas que ya funcionan
Para responder a esta situación, el sector ha estado testando rafias biodegradables y biocompostables. "Hemos trabajado con este tipo de materiales y los resultados son positivos. Bayer, por ejemplo, los utilizó en sus instalaciones y en seis meses las rafias compostables que había utilizado estaban completamente degradadas, como confirmaron las analíticas del compost", remarca Juan.
La rafia natural u orgánica, aunque algo menos resistente, tampoco presenta problemas ambientales. Sin embargo, las características de estos materiales considerados "menos resistentes" generan ciertas reticencias por parte de los productores; sobre todo, de los dedicados al pimiento enfajado. "Hay fabricantes que ya garantizan la resistencia, pero muchos agricultores dudan todavía. Es normal que haya esta reticencia, pero con el tiempo se irá asumiendo el cambio porque el futuro solamente pasa por el uso tutores orgánicos o biocompostables".
"Sabemos que la retirada de la rafia convencional supone un reto económico para los agricultores y un trabajo adicional, pero la realidad es que con la rafia convencional no podemos cumplir con los requisitos ambientales, y quitarla en origen o sustituirla por tutores biocompostables hará el proceso de compostaje más económico y sostenible".
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"En paralelo, hay que recordar que la provincia vive una situación de demanda de tratamiento de residuos vegetales superior a la oferta", señala Juan. "La entrada de residuos vegetales sigue creciendo, mientras que la capacidad de las plantas es limitada, lo que incrementa aún más la urgencia de reducir la contaminación plástica en la biomasa".
Para el sector hortofrutícola español, y especialmente para Almería, el 1 de septiembre no será el final de la rafia, "sino el inicio de un cambio estructural hacia una horticultura más sostenible", indica.
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