Quienes frecuentan los mercados de agricultores en el interior de Columbia Británica, Canadá, seguramente se hayan cruzado con Stu Smith y Sarah Harper, ofreciendo degustaciones de sus peculiares salsas picantes. Smith no pasa desapercibido: lleva una botella de salsa enfundada en la cadera, y en su puesto cuelga un cartel con flechas que indican cuáles son las salsas "aptas para todos los públicos" y cuáles deben tomarse en serio, con nombres como Bear Spray y Grizzly Bear Spray, que ya anticipan su potencia.
Pero quizá lo más llamativo sea el entusiasmo contagioso con el que Smith se divierte cada vez que un valiente se anima a probar sus creaciones. "He tenido varios oficios, pero esto es, sin duda, lo más original y divertido que he hecho en mi vida. Me río a diario", confiesa. "Usar el picante como vehículo para conectar con la gente es desternillante. El humor está justo en ese punto en el que alguien cree que aguanta el picante… y luego descubre la realidad."
Lo que empezó como una afición hortícola entre ambos ha evolucionado hasta convertirse en un proyecto agrícola a tiempo completo y una marca consolidada de salsas picantes, disponibles ya en unas 200 tiendas del oeste de Canadá, entre ellas Nature's Fare y Urban Fare.
Smith y Harper, apasionados de la jardinería, se conocieron en Revelstoke en 2010. Allí comenzaron cultivando ajos en su pequeño terreno de apenas media hectárea, con la idea de venderlos en los mercados locales. Lo que en principio era solo un experimento agrícola, fue tomando forma hasta convertirse en el Revelstoke Garlic Festival, un evento que llegó a reunir a 40 expositores y más de 1.600 visitantes al año durante seis ediciones consecutivas. Parte de la recaudación se destinaba a iniciativas locales de soberanía alimentaria.
Fuente: In Wine