Las empresas que logran entrelazar tradición con innovación siempre dejan huella. Este es el caso de Plantanova, viverista dedicada a respaldar a los exportadores mexicanos de tomate, pimiento y pepino, que ahora extiende sus horizontes internacionales echando raíces en los Países Bajos.
Para Pharis Rico, director general de la compañía, la decisión de abrir una oficina en el World Horti Center – el epicentro de la horticultura holandesa en la localidad de Westland – fue casi inevitable. "Por una feliz coincidencia me encontré, en el momento justo, con las personas adecuadas", recuerda. "La convergencia de oportunidad y necesidad, en plena crisis de mercado, marcó el momento perfecto para dar el salto."
En el centro de esta apuesta hubo dos figuras clave: Sjaak Baker, veterano de la industria con experiencia en empresas como Ridder, ISO Group y Flier Systems; y Paula Rico, joven profesional con formación multicultural en los Países Bajos – e hija de Pharis –. Antes de concretar el proyecto, Plantanova creó también un consejo asesor con la incorporación de Richard van de Waart, quien aporta orientación estratégica.
Paula Rico, hija de Pharis.
Respondiendo a las demandas actuales, preparando los retos de mañana
El vivero de Plantanova ya está bien equipado para cubrir las exigencias de sus clientes. Pero Pharis prevé transformaciones de mayor calado en el sector. "Sabemos que las necesidades futuras de nuestros clientes, y a su vez de los consumidores finales, no podrán satisfacerse solo con las capacidades actuales de los propagadores en México", apunta. "Estamos en una búsqueda activa de experiencias, soluciones alternativas y conocimientos que todavía no están disponibles a nivel local."
Su ambición no consiste únicamente en comprar maquinaria o implantar nuevos sistemas. "Nos enorgullece haber sido el primer cliente y la puerta de entrada en México para muchas compañías internacionales. Queremos seguir desempeñando ese papel, no solo adquiriendo tecnología, sino haciéndola útil y relevante en nuestro propio contexto", explica.
© Plantanova
La innovación holandesa adaptada a la realidad mexicana
Países Bajos es considerado un verdadero epicentro mundial de la innovación hortícola. "No obstante, las soluciones holandesas deben adaptarse a las condiciones mexicanas. No se trata de replicar, sino de traducir", manifiesta.
En esa dualidad se sustenta la visión de Plantanova: tender puentes culturales sin perder de vista las diferencias. "En mi experiencia, el mayor obstáculo para establecer relaciones sólidas y duraderas entre empresas holandesas y mexicanas está en las diferencias culturales y en los modos de hacer negocios. En México, una reunión puede comenzar en un restaurante, sin agenda fija y sin saber en qué momento exacto se hablará de negocios. En los Países Bajos, ese mismo gesto puede interpretarse como una falta de respeto al tiempo del otro. Para asociarse con éxito hay que entender estas diferencias", comenta.
La oficina en Holanda busca precisamente eso: facilitar el intercambio de conocimientos, servir como centro de pruebas y convertirse en plataforma para que los proveedores tecnológicos holandeses accedan al mercado mexicano… y viceversa.
Un enfoque integral hacia la sostenibilidad
De cara al futuro, Plantanova está reforzando sus esfuerzos en automatización, gestión de energía y del agua. Planea instalar paneles solares capaces de cubrir tanto sus necesidades actuales como las previsibles; trabaja en mejorar el aislamiento de los invernaderos para incrementar la eficiencia energética sin comprometer la salud de las plantas; y desarrolla sistemas de captación de agua de lluvia, reciclaje y ahorro hídrico.
La empresa es firme defensora de la filosofía Plant Empowerment, no solo en prácticas de cultivo, sino también como cultura empresarial. "Plant Empowerment es también people empowerment", recalca Pharis. De hecho, fue esta visión de producción basada en datos lo que atrajo tanto a su hijo como a su hija a sumarse al negocio familiar.
Ya inmersa en el ecosistema Plant Empowerment, la familia Rico trabaja en estrecha colaboración con proveedores tecnológicos y prevé desarrollar un proyecto junto a los autores del método para adaptarlo específicamente a la propagación de plantas jóvenes en México.
Al referirse a la actual escasez de sustratos, Pharis es contundente: "Quizá haya llegado el momento de pensar que el futuro de la industria no pasa necesariamente por lo 'ecológico', sino por lo sostenible. Cuando tu proveedor de sustratos te llama de urgencia para avisarte de la falta de turba y de que los precios van a dispararse, sabes que tienes un problema. Pero siempre digo: 'dulces son los frutos de la adversidad', y estoy entusiasmado con las soluciones que surgirán de este reto."
Apunta a la posibilidad de crear sustratos sintéticos, fabricados en vivero, incluso mediante impresión 3D a partir de carbono, lo que permitiría una degradación sencilla tras su uso y una notable reducción de emisiones frente a los métodos tradicionales. El desafío, reconoce, está en repartir los riesgos de la experimentación: "Los productores suelen ser reacios al riesgo, y para que estas ideas funcionen todos deben implicarse".
Colaboración como modelo de negocio
La filosofía de Plantanova se basa en la hospitalidad y la apertura. "Somos una empresa de puertas abiertas, que cree en la colaboración. Nos encanta compartir lo que hacemos. La clave es elevar juntos el estándar y construir una industria más fuerte", apunta.
Pharis anima también a las empresas más pequeñas a salir de su zona de confort: "Viajen, creen relaciones, participen en seminarios de propagación de primer nivel como Propagate! o los de Grodan, disfruten de otras culturas, celebren las diferencias y atrévanse al cambio".
Sobre el papel de la tecnología, no duda: "Los datos, la automatización y la inteligencia artificial marcarán la diferencia entre desaparecer o triunfar." Pero añade una advertencia: "La propagación de plantas es un deporte de contacto y un juego infinito, en el que las pequeñas mejoras generan un gran impacto. El éxito no se alcanza solo invirtiendo en tecnología o infraestructuras, sino en el compromiso y la capacidad de un equipo humano dedicado".
Concluye citando a su amigo Rafael Pizarro: "Las empresas no crecen ni maduran porque inviertan en tecnología. Crecen porque su gente madura y recibe las herramientas y la tecnología adecuadas".
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