Seis semanas después del fin del Acuerdo de Suspensión de Tomate entre Estados Unidos y México, los productores de México tratan de adaptarse a la imposición de aranceles antidumping a las exportaciones a Estados Unidos, pero sigue siendo una carga, dice Jorge Manuel del Toro Chávez, director general de Finka. "La realidad es que los aranceles están matando a la industria", asegura.
El acuerdo —firmado por primera vez en 1996 y renovado en 2019— había puesto en pausa los aranceles antidumping a cambio de que los exportadores mexicanos mantuvieran precios mínimos de referencia. Con su terminación, los nuevos aranceles entraron en vigor a mediados de julio. El Departamento de Comercio de EE. UU. restableció un arancel antidumping del 17% sobre la mayoría de las importaciones de tomate fresco procedentes de México. Al mismo tiempo, el gobierno mexicano aumentó los precios mínimos de exportación para diferentes categorías de tomate, con el fin de preservar la viabilidad de las exportaciones en las nuevas condiciones.
Jorge Manuel del Toro Chávez, director general de Finka —una empresa mexicana especializada en tomates y pepinos de invernadero y líder en el mercado— explica que muchos productores no esperaban que la medida entrara en vigor. "Creo sinceramente que nadie creía que iba a suceder, y lo más alarmante es que ya no habría mesa de negociación para suspenderlo. Y este impuesto antidumping también tenía el riesgo de ser aún mayor".
Algunos productores se plantean dedicarse al pimiento, pero Jorge señala que este segmento del mercado ya tiene una oferta consolidada. "Sin lugar a dudas, este volumen adicional afectará al precio medio anual de este producto, lo que provocará una tarifa automática", afirma. Subraya que el problema no puede resolverse con cambios de cultivo o recurriendo a un menor número de productores supervivientes. "En el momento en que solo queden unos pocos supervivientes, no habrá precio que pueda cubrir las deudas que han adquirido, y seguramente acabarán cerrando", comenta.
Jorge señala la necesidad de que el gobierno se implique para hacer frente a la situación. "Esta situación debe ser resuelta por la Secretaría de Economía y la Secretaría de Relaciones Exteriores para eliminar este impuesto", dice.
La presión actual sobre el sector tomatero, explica, está afectando no solo a los productores, sino también a los proveedores, a las instituciones financieras y a la mano de obra. Al describir la situación actual, Jorge advierte: "La industria del tomate se está desangrando —enormes pérdidas de liquidez y beneficios que no le permitirán pagar primero a los proveedores, luego las deudas bancarias y, por último, a sus empleados— y no está lejos de un cierre total que derrumbaría no solo al sector agrícola, sino a toda la cadena. En toda la cadena de suministro hay partes interesadas de México, Canadá y Estados Unidos".
Para más información:
https://finka.mx/