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"Miles de millones de ingresos llegan a las arcas públicas, pero los productores autorizados despiden personal cada semana"

Cuando Canadá legalizó el cannabis, los primeros impulsores, como THC BioMed, tenían un objetivo: facilitar el acceso a los canadienses de a pie. "Queríamos que la gente pudiera conseguir cannabis sin pasar por el aro", afirma John Miller, director general de THC BioMed, un productor autorizado con sede en Kelowna (Columbia Británica) que lleva funcionando desde 2012.

La compañía fue una de las primeras en obtener una licencia de Health Canada, incluso con una rara exención de la Sección 56 que les permitió cultivar antes de que se permitiera la venta comercial. "Por aquel entonces, no teníamos ni los conocimientos, ni el equipo, ni siquiera la cadena de suministro. Tuvimos que arrastrar el sector desde el mercado gris al legal", recuerda John. "Era complicado. Pero ayudábamos a dar forma a las reglas".

© THC BioMed

Un mercado basado en el sacrificio
Aquellos primeros trabajos sentaron las bases del sector actual. Pero la mayoría de los primeros que invirtieron dinero en él ya no están. "Les echaron", dice John sin rodeos. "El gobierno les cobró impuestos excesivos y los grandes productores comprimieron los precios hasta hacer desaparecer los márgenes de beneficio. Muchos de esos grandes también quebraron".

Según John, la estructura del impuesto especial significa que la compresión de precios no sólo ha perjudicado a las empresas, sino que ha roto de hecho el mercado. "Cuando el precio baja, no se puede volver a subir. Ahora los impuestos son más altos que los beneficios. Cada 100 dólares en ventas de cannabis nos devuelven 40 dólares. Por eso el negocio se está muriendo".

El mandato original, legalizar el cannabis y desplazar el mercado ilícito, se ha convertido, a ojos de John, en una simple captación de dinero. "Miles de millones de ingresos llegan a las arcas del Gobierno, pero los productores con licencia despiden personal cada semana. Yo no he cobrado un sueldo en tres años. Eso es lo que cuesta mantener esto vivo. Nadie habla de esos sacrificios".

© THC BioMed

Adaptación
THC BioMed ha invertido unos 14 millones de dólares canadienses en sus operaciones y no tiene previsto abandonar. "Estamos esperando a que se arreglen las cosas", dice John. La empresa se alejó de la producción de flores durante dos años, apostando por los comestibles para aliviar la carga de los impuestos especiales. Esa apuesta estuvo a punto de dar resultado, ya que se esperaba una nueva legislación en 2024 para reequilibrar la estructura fiscal, lo que habría permitido a la empresa volver a cultivar para flores. Pero esa legislación nunca se materializó.

En su lugar, THC BioMed firmó un contrato de exportación que le permitió reanudar el cultivo este año sin entrar en una espiral de pérdidas. "Habríamos entrado en una espiral descendente si nos hubiéramos limitado a seguir cultivando para el mercado local. El acuerdo de exportación nos ayuda a mantener las operaciones hasta que se resuelva la cuestión fiscal".

En la actualidad, la empresa produce entre 150 y 200 kilos, pero tiene capacidad para 300-400 kilos al trimestre en sus instalaciones de Kelowna, que abarcan 22 estratos. Además de la flor, THC BioMed sigue fabricando su línea THC Kiss de comestibles de cannabis.

© THC BioMed

Cultivar con convicción
A diferencia de muchos productores que persiguen rendimientos o tecnología, THC BioMed tiene una filosofía de cultivo directa: tratar el cannabis como una hierba. "Cultivamos en tierra, todo orgánico, en macetas, bajo luces HID. Funcionan mejor para las variedades que cultivamos", explica John. "No nos interesa el rendimiento. Nos interesa cultivar la hierba como se debe".

La empresa mantiene plantas madre y propaga la genética para garantizar la consistencia, centrándose en fenotipos adaptados a su entorno. "Puede llevar años estabilizar un fenotipo", dice John. "Así es como se consigue la calidad. El cannabis nunca fue concebido para ser fumado, es una hierba. La gente se obsesiona con el sistema de administración, pero lo que importa es el resultado. La sensación es lo que importa".

El caso canadiense
A pesar de las frustraciones, John sigue siendo optimista sobre el cannabis en Canadá. "La industria no va a desaparecer. Es un producto básico, necesario, y los consumidores seguirán dándole forma. Las ventas aumentan cada mes. El gobierno sólo tiene que cooperar para que podamos mantener viva la industria".

Para THC BioMed, la misión que comenzó en 2012 no ha cambiado: apoyar el acceso al cannabis de los canadienses de a pie. "Somos cultivadores de un producto que la gente necesita. Somos optimistas de cara al futuro. Hay luz al final del túnel, y queremos formar parte de ese viaje."

Para más información:
THC BioMed
Correo electrónico: [email protected]
thcbiomed.com/