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Entender los sistemas IPM de circuito cerrado en el cannabis

La GIP en el cannabis se enfrenta a un doble reto: hay muchas plagas y patógenos que ansían alimentarse de tus plantas, pero hay una lista muy limitada de productos químicos aprobados que se pueden utilizar. Esto convierte esta práctica en un constante acto de equilibrio entre biología, química, normativa y economía. Según Anoo Solomon, propietario de CannaProtect IPM Solutions, especialista en GIP del cannabis, la mejor forma de abordar la protección de los cultivos de cannabis es mediante sistemas de GIP de circuito cerrado. "El concepto de ciclo cerrado define los programas continuos basados en datos que constituyen la base de cualquier régimen de gestión integrada de plagas", explica. "Cada acción se basa en la exploración, la supervisión y la viabilidad financiera".

© CannaProtectIPM

¿Está físicamente cerrado?
Por si no estaba suficientemente claro, un sistema de circuito cerrado no es una intervención puntual. "Es un ciclo continuo e informado", señala Anoo. El bucle empieza con una exploración detallada. "Personal formado inspecciona las plantas, comprueba las tarjetas adhesivas y evalúa la presencia de plagas". En la actualidad, el sector también asiste al auge de herramientas asistidas por IA, que apoyan la experiencia humana con imágenes digitales para identificar puntos calientes y cambios en la dinámica de la población de plagas. Es decir, la vigilancia no tiene por qué ser un proceso lento y manual.

Una vez identificadas las plagas o los patógenos, hay que establecer umbrales. Un umbral representa el punto en el que la presión de la plaga se vuelve económica o biológicamente inaceptable, lo que desencadena una intervención. "Los umbrales son los parámetros que indican el grado de intervención necesario", explica. "Estos umbrales sólo pueden determinarse mediante un seguimiento disciplinado a lo largo del tiempo, porque un solo avistamiento de plagas justifica la acción".

Ahí es donde empieza la diversión, suponiendo que esa sea su idea de diversión, obviamente. A partir de ahí, los productores deciden cómo intervenir. Las opciones pueden incluir controles biológicos, herramientas químicas cuando estén permitidas, o enfoques híbridos que combinen ambos. La decisión se basa no sólo en la biología de la plaga, sino también en la realidad económica y laboral de la explotación. "En ese punto, la actuación viene dictada por el presupuesto y la mano de obra. Una vez cubiertos, se cierra el círculo y se tiene una visión completa".

Como la vigilancia nunca se detiene, el ciclo se autocorrige. Si disminuye el número de plagas, se reducen las intervenciones. Si se superan los umbrales, se intensifican las medidas. Con el tiempo, los sistemas de bucle cerrado tienden a reducir costes, porque las plagas se controlan de forma preventiva en lugar de reactiva. "Gastando un poco al principio en prevención, se ahorra mucho más después al evitar brotes importantes".

Cómo cerrarlo
La gestión integrada de plagas en bucle cerrado se basa en gran medida en la infraestructura de vigilancia. Las trampas adhesivas siguen siendo la norma, ya que ofrecen una forma barata y fiable de detectar plagas voladoras. Las trampas y las plantas banker proporcionan una resolución adicional, aunque su legalidad en el cannabis sigue siendo inconsistente.

"Las plantas banker no estaban permitidas antes en el cultivo de cannabis", dice Anoo. "En los tomates y otros cultivos alimentarios, las plantas banker son la norma. En el cannabis, su aceptación depende del auditor y del equipo de control de calidad de la instalación." En exterior, las plantas trampa suelen estar permitidas, pero en interior, prepárate para tropezar con algunos muros normativos.

Las plantas banco de pulgones ilustran su potencial. Cultivando plantas de cereales como trigo, cebada, avena, etc., infestadas estratégicamente con un pulgón que no sea plaga, normalmente el pulgón de la avena (Rhopalosiphum padi), ya que no daña los cultivos de invernadero, los productores pueden mantener poblaciones de avispas parasitoides Aphidius: insectos diminutos y no alergénicos que suprimen de forma natural los pulgones que atacan al cannabis. Con las plantas de bancal instaladas, estas avispas se reproducen dentro de la instalación, creando una población endémica y ahorrando al productor el coste repetido de comprar nuevas avispas. "Es un sistema de control biológico autosuficiente", explica Anoo, "y que podría reducir drásticamente la dependencia de los productos químicos". Es importante señalar que son muy pequeñas y no atacan a los humanos, por lo que todos los productores que teman a las avispas pueden sentirse seguros entre sus plantas.

Principales enemigos (o mejores amigos) del cannabis
Los programas IPM del cannabis deben diseñarse teniendo en cuenta varias plagas clave. La araña roja de dos manchas (TSSM) es una de las plagas más comunes. La TSSM deja una telaraña característica en las plantas de cannabis, pero la exploración debe centrarse en las finas marcas de pinchazos donde los ácaros perforan las hojas con su estilete para succionar la savia. Debajo de las hojas no sólo se encuentran adultos, sino también huevos y ninfas, lo que crea una infestación por capas. "Parece arena bajo la superficie de la hoja", señala Anoo, "y las hojas parecen sucias".

© CannaProtectIPM

Los trips son otra plaga importante, pero se comportan de forma diferente. En lugar de esconderse bajo las hojas, como las arañas rojas, se mueven rápidamente por la superficie y desaparecen cuando se les molesta. Se alimentan dejando punteados plateados y cicatrices parecidas a arañazos. La exploración visual de la superficie superior de la hoja es clave para identificarlos.

Los pulgones representan una doble amenaza. Los pulgones más fuertes tienden a dominar los tallos, alimentándose directamente de los fluidos vasculares del xilema y el floema, mientras que los individuos más débiles son empujados hacia las flores y las hojas, donde también permanecen cerca de la fuente de calor de las luces de cultivo. Por tanto, la vigilancia debe abarcar ambos lugares. Su actividad alimentaria produce una melaza pegajosa, que no sólo señala la infestación, sino que también crea las condiciones ideales para patógenos secundarios como el moho tiznado. Si no se controlan, los pulgones se reproducen a un ritmo extraordinario, desbordando rápidamente el cultivo. En infestaciones graves, suelen verse exoesqueletos de pulgón en forma de papel sobre el material vegetal.

© CannaProtectIPM

Las orugas pueden aparecer de forma más esporádica, masticando aleatoriamente las hojas. En el exterior, su presencia es especialmente problemática, pero las opciones de tratamiento legal varían según la jurisdicción. Los productores deben comprobar siempre qué productos están permitidos actualmente en la lista de productos de Health Canada.

El verdadero peligro de las infestaciones de plagas es que rara vez actúan de forma aislada. La melaza de los pulgones, por ejemplo, suele alimentar brotes de hollín y moho, creando lo que Anoo llama "el triángulo patógeno perfecto". Los residuos azucarados proporcionan una fuente de alimento para el moho, y el microclima dentro de la cubierta vegetal garantiza unas condiciones ideales para su crecimiento.

El caso del viroide latente del lúpulo
Aunque los patógenos fúngicos pueden devastar las cosechas, pocas amenazas igualan el peligro silencioso del Viroide Latente del Lúpulo (HpLVd). A diferencia del oídio o la Botrytis, el HpLVd es invisible hasta el final del ciclo, cuando los cogollos parecen más pequeños, ligeramente amarillentos o simplemente "apagados".

"Todavía no hay tratamiento químico para el HpLVd", dice Anoo. "Los protocolos de saneamiento son lo más importante. El cultivo de tejidos puede reducir las tasas de infección, y la cría de precisión es fundamental para una genética limpia." La prueba PCR es la única herramienta de diagnóstico fiable, ya que tanto los ojos inexpertos como los entrenados suelen pasar por alto los síntomas sutiles.

El viroide se propaga principalmente por contaminación y contacto de raíz a raíz. Una vez dentro de una instalación, su erradicación es casi imposible. "La única forma de garantizar la protección es empezar limpio y mantenerse limpio", subraya Anoo. Eso significa aplicar medidas sanitarias estrictas desde las primeras fases y mantenerlas durante todo el ciclo de vida del cultivo.

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Integrar la GIP en el modelo de negocio
La GIP de ciclo cerrado no es sólo una estrategia fitosanitaria, sino también económica. "Los programas preventivos puestos en marcha al principio del ciclo del cultivo mantienen las plagas y los patógenos por debajo del umbral, lo que reduce la necesidad de intervenciones de emergencia posteriores. Esto se traduce en un ahorro de costes directos, un uso más eficiente de la mano de obra y menos pérdidas de cosechas", señala Anoo.

Las medidas preventivas también sirven como herramienta de formación. "Los miembros del personal que participan en la exploración y la supervisión se vuelven más expertos en reconocer signos sutiles de actividad de las plagas, lo que aumenta los conocimientos generales del equipo de cultivo sin necesidad de amplios programas de formación externos."

"En esta economía, la rentabilidad lo es todo", concluye Anoo. "La GIP de ciclo cerrado es la única forma de seguir siendo competitivos al tiempo que se protege el cultivo. Reduce la dependencia de los productos químicos, agiliza la mano de obra y garantiza que los productores siempre sepan exactamente lo que está ocurriendo en sus instalaciones."

Para más información
CannaProtect IPM Solutions
Ridgeway, Ontario, Canadá
905-320-8482
[email protected]
cannaprotectipm.com