Cuando el Congreso Mundial de Agricultura Vertical (Vertical Farming World Congress) abra sus puertas en Ámsterdam del 7 al 9 de octubre, reunirá a empresas líderes de todo el mundo. Para el organizador Richard Hall, presidente de FoodBev Media, el evento ofrecerá oportunidades para reflexionar y prepararse para el futuro de la agricultura vertical.
Hall reconoce que el sector ha dado pasos de gigante, pero también ha tenido que asumir las consecuencias de grandes errores. "Muchas cosas han ido bien y otras muchas mal. Hay logros sobre los que edificar el progreso futuro, pero también hay mucho por arreglar".© Rebekka Boekhout | HortiDaily.es
Richard Hall (primero por la izquierda) en el Congreso Mundial de Agricultura Vertical 2024 en Fráncfort (Alemania).
Promesas tempranas, dolorosas realidades
Según Hall, los primeros pasos que se dieron con la agricultura vertical generaron grandes expectativas. Productores e inversores veían en ella un sistema capaz de responder a las presiones climáticas, ofrecer productos más frescos y nutritivos y acortar la cadena de suministro. "Al principio, las perspectivas para la agricultura vertical eran espectaculares. Menos agua, menos residuos, mejor nutrición, mejor conservación, mejor sabor, mejor presentación, cosechas más rápidas, menos espacio y control real sobre las condiciones de cultivo".
Ese optimismo desaforado atrajo capital a gran escala, impulsó a varias empresas al estatus de unicornios e inspiró nuevas investigaciones y tecnologías. "Se recaudaron miles de millones. Varias empresas llegaron a valorarse en más de 1.000 millones de dólares. Se desarrolló nueva ciencia. La autosuficiencia en el espacio se convirtió en una posibilidad".
Pero ese optimismo ocultaba debilidades en el modelo de negocio. Hall señala que demasiadas empresas fueron incapaces de garantizar la capacidad de cubrir aspectos básicos de la demanda de los clientes o de mantener unas cadenas de suministro asequibles. "Solo se puede tener éxito en el sector de los alimentos frescos si se cuenta con una base de clientes y una cadena de suministro sólidas que permitan proporcionar los productos a un precio asequible. Este fue el descuido más sorprendente y básico que explica muchos de los fracasos".
Añade que la obsesión por crear sistemas propios elevó los costes y produjo resultados desiguales. La crisis energética de 2022 empeoró las cosas, haciendo que los costes operativos se dispararan justo cuando las explotaciones sufrían para lograr una paridad de precios.
Aprender por las malas
Hall cree que superar esas dificultades permitió madurar al sector. "Por suerte, se ha aprendido la lección, aunque con dolor. Hay pocas empresas que ocuparan posiciones de liderazgo hace cinco años y las mantengan hoy. Un buen número de ellas intervendrán en nuestro congreso el mes que viene".
Para Hall, destacan dos temas: ubicación y escala. Disponer de acceso permanente a energía barata se ha convertido en un factor decisivo a la hora de elegir ubicación. "La ubicación es vital para garantizar la disponibilidad de energía lo más barata posible. El uso de calor generado a partir de residuos parece ser la estrategia más eficaz. La energía solar u otras fuentes renovables y las conexiones a la red también pueden ayudar a mantener la estabilidad necesaria durante todo el año, y estar en la ubicación adecuada también puede ayudar a ahorrar en alquileres y a beneficiarse de las infraestructuras presentes".
En cuanto a la escala, nos alejamos de las primeras predicciones que apuntaban a explotaciones en cada casa o supermercado. Hall señala que la realidad actual favorece a las grandes explotaciones regionales, que están mejor posicionadas para gestionar las necesidades de capital, las dinámicas de la cadena de suministro y la gestión de los costes operativos.
Más allá de las hortalizas de hoja
A pesar de los contratiempos, Hall sigue convencido del potencial del sector. No considera la agricultura vertical como una solución aislada, sino como parte de un sistema más amplio que complementa a la agricultura de campo y los invernaderos. "La agricultura vertical puede contribuir de verdad a alimentar al mundo con productos más apetitosos y nutritivos. Puede servir de complemento para el resto del sector agrícola y convertirse en una pieza clave para combatir el cambio climático y mejorar la resiliencia del planeta".
Hall señala que los enfoques híbridos, en los que explotaciones verticales propagan plántulas para invernaderos o campos abiertos, también podrían mejorar la eficiencia. Y para los consumidores, la agricultura vertical puede ayudar a recuperar variedades perdidas por las limitaciones de las cadenas de suministro de los supermercados.
Un sector aún pequeño
Aun así, Hall es tajante sobre la situación actual del sector. Calcula que las ventas mundiales de productos cultivados en explotaciones verticales no llegaron a 2.000 millones de dólares en 2024, una cifra muy baja, teniendo en cuenta la escala a la que trabajan sus proveedores. La fragmentación agrava el problema, con docenas de sistemas compitiendo entre ellos, desarrollados de manera aislada. "Esto no facilita la adopción de tales sistemas. ¿Cuántos proveedores pueden ser expertos en todo? ¿Cuándo habrá más especialización?".
También señala la falta de puntos en común. "No hay un lenguaje común, ni mensajes comunes, ni datos comunes. Aún está pendiente la tarea de establecer, adoptar y transmitir unas normas de sostenibilidad. Apenas hay asociaciones especializadas y ninguna con un perfil global. No es de extrañar que gobiernos y reguladores no vean las oportunidades".
Hay que centrarse
Richard cree que si el sector quiere crecer, este debe resistir la tentación de intentar trabajar con todos los cultivos posibles, desde las fresas y las setas hasta el arroz y el café. El potencial es inmenso, pero hay que centrarse. "La mayoría de empresas harían bien en centrarse en unas pocas propuestas sencillas y probadas".
Recuerda su experiencia con Red Bull en los años 90, cuando la concentración absoluta en un solo producto dio pie a la creación de una nueva categoría y una marca mundial valorada en 300.000 millones de dólares. Para Hall, la agricultura vertical puede aprender de esa claridad de objetivos. "El sector tiene que posicionarse ante consumidores, retailers, agricultores y responsables políticos como un excelente colaborador que podrá contribuir a resolver los problemas sustanciales a los que se enfrenta la sociedad".
Un foro de alto nivel en Ámsterdam
El Congreso Mundial de Agricultura Vertical es el lugar ideal para debatir todas estas cuestiones, reuniendo a aquellos que han sobrevivido a los desafíos recientes y están decididos a seguir avanzando.
"El congreso ofrecerá una amplia perspectiva de los últimos avances científicos y estratégicos. Espero que todo esto sirva para darle un impulso a la confianza y determinación de los delegados y convencerles de que sus negocios pueden ser los mejores para sus respectivos segmentos, clientelas y zonas geográficas".
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Para más información:
Foodbev Media
Richard Hall
[email protected]
www.foodbevevents.com