La próxima semana, Ámsterdam será escenario de la sexta edición del Congreso Mundial de Agricultura Vertical, un encuentro que llega en un momento marcado por la consolidación del sector, crecientes presiones de costes y un renovado debate sobre el papel real que puede desempeñar esta tecnología en los sistemas alimentarios globales.
Para Richard Hall, presidente de FoodBev Media y organizador del evento, esta edición no es simplemente una cita más en el calendario. "Todos los asistentes habrán sobrevivido o aprendido algo del reciente remezón que ha vivido el sector", afirma. Su mirada ya está puesta en el siguiente paso: lograr que la agricultura vertical sea reconocida y respaldada a nivel político e institucional.
A diferencia de otros sectores agrícolas o de las energías renovables, la agricultura vertical no ha contado históricamente con marcos normativos sólidos ni con incentivos específicos, quedando en muchos países fuera de las agendas de apoyo público. Para Hall, la clave está en reconocer a la agricultura vertical como una solución complementaria, y no como una amenaza al modelo tradicional.
"Es fundamental que este tipo de agricultura tenga igual acceso a subvenciones, líneas de investigación, incentivos fiscales y herramientas de planificación. Los gobiernos tienen demasiadas prioridades entre manos, así que debemos ser nosotros quienes les facilitemos las respuestas", sostiene.
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Richard Hall moderando un panel en el Congreso Mundial de Agricultura Vertical 2024.
Energía: el factor decisivo
El consumo energético sigue siendo el talón de Aquiles para muchas explotaciones en entornos controlados. Desde 2022, el encarecimiento de la energía —especialmente en Europa tras la invasión de Ucrania— ha puesto contra las cuerdas a numerosos proyectos.
Según Hall, la forma en que las empresas gestionen esta variable será determinante para su supervivencia. "Si hoy tuviera que invertir, buscaría asociaciones estratégicas en materia energética, aunque sin perder autonomía ni flexibilidad", comenta. Añade que la ubicación ya no se elige solo por razones logísticas, sino también por la posibilidad de garantizar un suministro eléctrico estable y asequible, ya sea mediante integración de calor residual, fuentes renovables o acuerdos de flexibilidad con la red.
Estrategia de cultivos: foco antes que expansión
Aunque cada vez más empresas experimentan con nuevos cultivos —desde café y arroz hasta hongos o plantas con fines cosméticos y farmacéuticos—, Hall advierte contra la dispersión de recursos. "Con el tiempo surgirán más especies rentables, pero creo que cada negocio debería centrarse en unas pocas en las que realmente pueda destacar y fidelizar al mercado".
Consultado sobre los productos que actualmente lideran la adopción comercial, señala que las hortalizas de hoja, mezclas para ensaladas, microgreens y fresas van a la cabeza. No obstante, recuerda que el sector aún se encuentra en una fase muy temprana, y que el panorama podría cambiar radicalmente en cinco o diez años.
Barreras aún por superar
Aunque contar con normativas comunes y un lenguaje técnico compartido impulsaría el crecimiento, Hall considera que hay obstáculos más urgentes. "Las demandas del consumidor y la rentabilidad en la cadena retail o en foodservice son el camino más corto hacia el éxito. La estandarización en sostenibilidad puede acelerar ese proceso", indica.
A su juicio, los principales frenos actuales son: la falta de acceso a energía asequible y controlable, la ausencia de un enfoque empresarial claro y la disparidad regulatoria entre mercados.
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Para más información:
Foodbev Media
Richard Hall (Presidente)
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