"Al principio pensábamos que sólo estábamos construyendo un sistema alimentario. Sin embargo, descubrimos que estábamos iniciando un debate sobre el clima, el espíritu empresarial y la esperanza", explica Phathisani Vundla, fundador de Zambezi Eco Sprouts en Bulawayo (Zimbabue).
Lo que empezó como un experimento de reutilización de botellas desechadas se ha convertido en una iniciativa impulsada por la comunidad que reimagina los residuos como infraestructuras y la agricultura como herramienta de empoderamiento. El impacto del proyecto va mucho más allá de sus torres de botellas de dos litros y se ha convertido en un modelo de resiliencia, compromiso juvenil y diseño circular en acción.
Del escepticismo a la fe
Al principio, poca gente creía que la idea pudiera funcionar. "Cuando vas por ahí recogiendo botellas y le dices a la gente que vas a construir una granja vertical, te preguntan: ¿eso puede funcionar?", recuerda Vundla.
Esas dudas se convirtieron poco a poco en curiosidad. En cuanto las primeras torres aeropónicas empezaron a producir verduras sanas, los vecinos empezaron a acercarse para ver los resultados con sus propios ojos. Algunos incluso empezaron a recoger botellas para donarlas al proyecto. "La gente vio la prueba de que de lo que tiramos podía salir algo bueno", dice. "Cambió su forma de ver los residuos y de ver las posibilidades".
Hoy, Zambezi Eco Sprouts vende sus productos a hogares, restaurantes y pequeñas tiendas de comestibles de Bulawayo. Para muchos compradores, no se trata sólo de frescura. "Los clientes nos dicen a menudo que sienten que están apoyando una causa medioambiental. Forman parte de algo que retribuye".
Colaboración e ideas compartidas
Con la participación de voluntarios locales, ingenieros y jóvenes, Zambezi Eco Sprouts transformó un experimento personal en un esfuerzo colectivo. Los voluntarios ayudan ahora a recoger botellas, montar torres y gestionar los sistemas de riego y control. "Es inspirador ver a los jóvenes implicados no sólo como trabajadores, sino como innovadores. Se apropian del proceso".
La evolución del proyecto ha inspirado una misión paralela: la educación. "Nuestro objetivo siempre ha ido más allá del cultivo de alimentos. También se trata de cultivar oportunidades, resiliencia y esperanza. Convertir a los jóvenes en "Ecoingenieros" preparados para afrontar el cambio climático de frente".
A través de su iniciativa Eco-Engineer, Zambezi Eco Sprouts forma a estudiantes, miembros de la comunidad y aspirantes a empresarios en técnicas de cultivo vertical de bajo coste. Las sesiones abarcan la construcción de torres, la integración de la energía solar y la gestión del ciclo de nutrientes. Los participantes se marchan con los conocimientos, y a menudo los materiales, necesarios para reproducir el sistema en sus propias comunidades.
"La formación da a los jóvenes una sensación de autonomía. Aprenden que la innovación no necesita grandes presupuestos ni equipos importados. Empieza por reimaginar lo que ya hay a tu alrededor".© Zambezi Eco Sprouts
Apoyo y validación
Las primeras orientaciones institucionales ayudaron al proyecto a echar raíces. Las asociaciones con el Programa Mundial de Alimentos, DanChurchAid y Swiss Development proporcionaron asesoramiento técnico, exposición y credibilidad. "Nuestro activo más valioso no era el dinero, sino la orientación y la confianza", afirma Vundla. "Nos demostraron que nuestra solución local tenía relevancia mundial".
Armados con esa validación, Zambezi Eco Sprouts perfeccionó sus procesos y puso la mira en la replicación. "No necesitamos fondos para I+D, porque el sistema está probado. Lo que necesitamos ahora es capital para adquirir componentes más voluminosos y desplegar rápidamente nuestro programa de formación visual para nuevos Ecoingenieros."
Un modelo de innovación integradora
Más allá de la alimentación y el empleo, el proyecto se ha convertido en un centro comunitario de concienciación medioambiental. Las recogidas de botellas y los talleres públicos invitan a los residentes a contribuir a algo tangible convirtiendo la basura en un medio de vida. "Cada torre es un recordatorio visible de que la sostenibilidad puede empezar por algo pequeño", afirma Vundla.
El impacto también se extiende a las escuelas y centros juveniles locales. Varios han empezado a construir minitorres utilizando los mismos principios de diseño, vinculando las lecciones de ciencias y estudios medioambientales a la acción en el mundo real. "La mayor sorpresa ha sido lo mucho que la gente conecta con la historia tanto como con el producto. Empezamos reduciendo la basura y cultivando alimentos. Ahora ayudamos a la gente a ver que la innovación también puede pertenecerles".© Zambezi Eco Sprouts
De cara al futuro
Zambezi Eco Sprouts planea ampliar su trabajo a través de una red de DIY Revolution Outposts, que son centros comunitarios de formación y producción en ciudades y pueblos rurales de Zimbabue. El modelo ofrecerá tanto producción de alimentos como formación profesional bajo un mismo techo, creando nuevas oportunidades de ingresos y limpiando al mismo tiempo el entorno local.
En un plazo de cinco años, Vundla espera reproducir el sistema en los países vecinos y asociarse con organizaciones dedicadas a la agricultura urbana, la reducción de residuos y el empleo juvenil. "Hoy nos motiva la certeza de que este modelo sencillo y escalable no es sólo un proyecto, sino el destino de nuestra comunidad y la transformación que sabemos que necesita nuestro mundo."
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Phathisani Vundla
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