En la región de Comandante Andresito, Misiones, un productor ha adoptado un enfoque agroecológico para el cultivo de tomate, en colaboración con el equipo técnico del INTA Andresito. Rodrigo Lemos decidió minimizar el uso de agroquímicos, implementando prácticas más sostenibles junto a los técnicos Eugenio Castillo y Mariano Landreau desde 2024.
El proyecto surgió cuando Lemos buscó alternativas sostenibles en la Agencia de Extensión Rural (AER) del INTA Andresito. El objetivo era "demostrar que se puede producir con buena sanidad y sin depender de los químicos", según Castillo. Utilizando un invernadero tipo capilla de 168 metros cuadrados, con 350 plantines de tomate, aplicaron preparados biológicos como Bacillus thuringiensis, aceite de neem y jabón potásico.
El fracaso de sustitutos químicos por bioinsumos y prácticas preventivas se apoyó en monitoreos semanales y registros para controlar plagas temprano. Se lograron 1.750 kilos de tomate, equivalente a rendimientos convencionales, pero con uso mínimo de agroquímicos. "La diferencia se nota en la planta, en el color del fruto y también en el ambiente de trabajo", relatan los operadores del proyecto.
El INTA brindó soporte en cada fase, desde la preparación del suelo con compost de gallina y cal agrícola hasta el desarrollo y empleo de biofertilizantes. Los resultados permitieron un control eficaz de plagas como mosca blanca, trips y pulgones, y las enfermedades fúngicas se gestionaron con caldos preventivos.
Más allá de los resultados tangibles, el proyecto aportó conocimientos duraderos. Lemos ahora elabora sus propios bioinsumos y realiza las observaciones necesarias, adquiriendo autonomía en sus prácticas agrícolas. Como destaca Castillo, "se trata de que el productor se empodere, que entienda por qué hace cada cosa".
Este enfoque no solo aumentó la autonomía técnica, sino también contribuyó a una relación más equilibrada con el entorno. La fertilización natural y el manejo biológico disminuyeron los residuos orgánicos y mejoraron la salud del suelo. Aunque existe competencia con la producción hortícola del sur de Brasil, la experiencia demostró que es viable una horticultura local más sana y diversificada.
El proyecto tiene potencial replicable en otras fincas de la provincia que dispongan de infraestructura básica como riego por goteo e invernaderos. Según Castillo, "necesitamos más productores animándose a probar, y más espacios de intercambio".
La experiencia de Lemos y del INTA Andresito muestra cómo los cambios en el campo pueden provenir de decisiones sostenidas y de la colaboración entre técnicos y agricultores. En Andresito, estos tomates no son solo un cultivo, sino el símbolo de una agricultura más equilibrada y consciente del medio ambiente.
Fuente: primeraedicion.com.ar