La decisión de Estados Unidos de reimponer un derecho antidumping del 17% a los tomates mexicanos ha provocado una nueva incertidumbre para los exportadores del país. Durante décadas, México ha suministrado la mayor parte de los tomates frescos que se consumen en el mercado estadounidense, manteniendo una cadena de suministro integrada que sostiene miles de empleos rurales. Los últimos aranceles amenazan con perturbar ese sistema.
Según datos de Banxico, la industria mexicana del tomate registró su agosto más débil en cinco años tras el fin del Acuerdo de Suspensión 2019 y la reintroducción de aranceles. Estados Unidos sigue siendo el principal destino de casi el 70% de las exportaciones de tomate de México, pero el aumento de los costos de cumplimiento y la volatilidad del mercado están aumentando las preocupaciones entre los productores que ya están lidiando con precios más altos de los insumos, limitaciones laborales y variabilidad climática.
Los productores describen los nuevos aranceles como otra prueba de la resistencia del sector. Los márgenes, ya estrechos, se han estrechado aún más. Muchos productores replantean ahora sus estrategias de producción para seguir siendo competitivos en las condiciones comerciales cambiantes.
Eficiencia y adopción de tecnología
Las medidas arancelarias han puesto de relieve la necesidad de una mayor eficiencia en la horticultura mexicana. Los productores y los proveedores de tecnología consideran que la optimización de los recursos, por metro cuadrado, por litro de agua y por unidad de energía, es clave para mantener la competitividad.
La tecnología holandesa de invernaderos se ha convertido en un componente importante de esta transición. En regiones como Sinaloa y Querétaro se están implantando sistemas de control climático, riego y supervisión. Empresas como Hortilife, Horticonnect, Plantanova, Rijk Zwaan y Enza Zaden participan activamente en estos avances. Su trabajo apoya enfoques de agricultura de precisión y la aplicación de métodos de cultivo basados en datos, conocidos como Plant Empowerment.
Este modelo hace hincapié en entornos de cultivo controlados y en resultados de rendimiento mensurables. Los productores mexicanos que utilizan estos sistemas informan de mejoras en la estabilidad del rendimiento, la eficiencia en el uso del agua y la uniformidad del producto, lo que les permite cumplir las normas de exportación y negociar eficazmente con los compradores.
Adaptación al mercado y perspectivas de futuro
El aumento de los costes de producción obliga a los productores a evaluar todas las fases de sus operaciones, desde la energía y la logística hasta el envasado y la selección de variedades. La adopción de la automatización de los invernaderos, las redes de sensores y la inteligencia artificial en la supervisión de los cultivos se está acelerando a medida que los productores buscan un mayor control sobre las variables de producción.
Los analistas señalan que, aunque algunos productores abandonen el sector, los que invierten en sistemas avanzados se están posicionando para abastecer no sólo a Estados Unidos, sino también a mercados alternativos de Europa, Asia y Oriente Próximo. Estos destinos exigen cada vez más trazabilidad y cumplimiento de normas medioambientales y sociales.
Los aranceles estadounidenses, destinados a proteger a los productores nacionales, pueden impulsar a México hacia una producción de mayor valor y una base de exportación más diversificada. Como señaló un productor: "El debate sobre los aranceles irá y vendrá; el proteccionismo es cíclico. Pero la adopción de tecnología es acumulativa".
Fuente: Mexico Business News
