En la búsqueda de un material 100% biológico, biodegradable y renovable que pueda ser utilizado como sustrato agrícola en sustitución de materiales como la turba o la fibra de coco; que no haya que cultivar ni extraer, y con el que además se solucione un problema de gestión de los residuos a los ayuntamientos, puede situarse la Posidonia oceanica.
En el litoral mediterráneo, se acumulan cada año miles de toneladas de hojas muertas de Posidonia oceanica que, si bien cumplen un papel ecosistémico y de protección de las playas frente a la erosión, generan un problema económico para los ayuntamientos costeros, y de gestión, cuando deben de ser retirados. Pero para José Luis Espinosa, CEO y fundador de Posigreen, esas acumulaciones de arribazones no son un residuo, sino una oportunidad, ya que "ese desecho natural se puede transformar en una materia prima agrícola de alto valor añadido".
Acumulaciones de posidonia
Del fondo marino al vivero
El proyecto Posigreen nació en 2018, cuando Espinosa, licenciado en Derecho y con experiencia en biotecnología vegetal, comenzó a dirigir una empresa dedicada al cultivo in vitro de especies vegetales leñosas.
"Venía de Alemania y descubrí un sector fascinante. En el laboratorio observé que los sustratos de turba o fibra de coco se parecían físicamente a las acumulaciones de hojas marinas que había visto toda la vida en Santa Pola, y empecé a preguntarme si podrían servir para lo mismo".
Las primeras pruebas del uso de biomasa marina como sustrato, realizadas con plantas de nogal, dieron resultados sorprendentes: "Obtuvimos un desarrollo radicular espectacular, incluso mejor que con los sustratos estándar. Aquello marcó el inicio de una investigación que pretendía responder a dos desafíos simultáneos: dar uso a residuos marinos y encontrar una alternativa real a la turba".
Tras varios años de ensayos, Espinosa constituyó Posigreen S.L. y construyó una planta piloto en Santa Pola capaz de procesar entre 1,5 y 3 m³ por hora. Allí desarrolló un método patentado para estabilizar el pH y la conductividad eléctrica, eliminando el exceso de sales y ajustando las propiedades físicas del material.
"El reto fue equilibrar un sustrato naturalmente alcalino en un mercado acostumbrado a productos ácidos. Pero lo conseguimos: el resultado es un sustrato químicamente estable, muy poroso, con gran capacidad de retención de agua y propiedades antifúngicas y antibacterianas".
© Posigreen
El producto se comercializa en sacos de 10 L, 70 L y big bags de 1 m³, y puede utilizarse solo, mezclado con otros materiales o como enmienda orgánica. Además, la Universidad de Alicante ha publicado recientemente un estudio que demuestra que los sustratos de posidonia mejoran las características organolépticas del tomate, reforzando el potencial agronómico de este material.
Una alternativa sostenible
Posigreen utiliza biomasa marina muerta —principalmente hojas de posidonia que se desprenden de la planta, caduca, a finales del verano/principios del otoño—, recolectada bajo criterios de economía circular.
"Solo usamos hojas que llegan de forma natural a la costa. De esta forma ayudamos a los municipios, que cada año gastan grandes sumas en retirar las arribazones", explica Espinosa. "El sustrato resultante aporta carbono orgánico lignocelulósico al suelo, mejorando su estructura y fijando carbono estable durante años sin emitir gases ni atraer bacterias. Nuestro producto mejora la huella de carbono de los cultivos y contribuye a regenerar el suelo agrícola con un carbono altamente estable".
En la foto, bolas de fibra de posidonia en el litoral mediterráneo
En la búsqueda de inversores para escalar comercialmente
No obstante, pese a la solidez técnica del proyecto, Espinosa admite que el camino no ha sido fácil. "Ha sido un proceso costoso, sin referentes ni literatura previos. En teoría se habla de sostenibilidad, de transición ecológica y de fondos europeos, pero la realidad es que una micropyme tiene que adelantar cientos de miles de euros para acceder a las ayudas, y para una economía familiar ese es un muro muy difícil de salvar".
Posigreen ya cuenta con una base de clientes que incluye viveros, agricultores y centros de investigación. "Hemos demostrado que el material funciona, que es estable y competitivo. Pero para pasar de planta piloto a una escala industrial necesitamos socios financieros o industriales comprometidos con la economía circular real que puede transformar el Mediterráneo, y eso es en lo que nos estamos enfocando en estos momentos".
"Con esta inversión para escalar nuestra producción, y estableciendo acuerdos con ayuntamientos y plantas de tratamiento del litoral, podríamos crear empleo local, reducir residuos y ofrecer a los agricultores una alternativa viable a la turba".
"El camino está trazado; ahora solo falta el impulso", afirma Espinosa.
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