La respuesta la da un estudio de la Universidad de Granada, que ha examinado el potencial de los posos de café tratados químicamente para biofortificar pepinos con minerales esenciales y reducir metales pesados tóxicos. Publicado en Chemosphere, el análisis sugiere que el uso de estos componentes no plantea riesgos para la salud y podría contribuir a la economía circular en la agricultura intensiva.
Investigadores de la universidad han desarrollado un proceso para transformar los posos de café, los cuales representan un residuo global de 6 a 8 millones de toneladas anuales, en fertilizantes efectivos. Usando técnicas como la activación con hidróxido de sodio y carbonización hidrotermal, los residuos se convierten en "bioquelatos", compuestos que incorporan hierro y zinc, elementos cruciales en la dieta humana.
En el experimento, estos fertilizantes se aplicaron a cultivos de pepinos holandeses en condiciones de invernadero. Los resultados fueron comparados con pepinos tratados con fertilizantes comerciales y otros no tratados. Se observó una disminución de metales tóxicos como cadmio, mercurio y arsénico, mientras que el contenido de plomo permaneció regulado. Además, los pepinos enriquecidos presentaron niveles elevados de hierro y zinc dentro de los estándares de seguridad alimentaria.
El estudio incluye un seguimiento de varias cosechas, indicando que aunque elementos como arsénico y cadmio tuvieron un ligero aumento en las cosechas tardías, nunca superaron los límites peligrosos. El análisis de ingesta diaria validó la seguridad del consumo de estos pepinos.
La reutilización de posos de café no solo favorece la producción de cultivos más seguros y nutritivos, sino que también reduce la dependencia de fertilizantes industriales y el impacto ambiental. Los investigadores proponen optimizar la aplicación de bioquelatos mediante la creación de formulaciones en pellets que se disuelvan en el riego, facilitando su implementación en invernaderos.
Esta investigación es pionera, extendiendo la aplicación de posos de café más allá de su uso en laboratorio o depuración de aguas. Los hallazgos podrían ser aplicables a otras hortalizas, beneficiando la agricultura intensiva en regiones con alto consumo de café, como el Mediterráneo.
Transformar un residuo en un recurso útil contribuye a un modelo agrícola más sostenible, promoviendo una cadena de valor eficiente desde el café hasta la producción alimentaria.
Fuente: canal.ugr.es