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La agricultura griega se tambalea pese a la mejora económica y el aumento de la inversión

En los últimos cinco años, la economía griega ha experimentado una nueva revitalización. Tras la profunda crisis de 2008-2012, que puso fin a un largo periodo de crecimiento y provocó un desplome del PIB, y un periodo de estancamiento hasta 2017, se superó con rapidez la crisis provocada por la pandemia de 2020-2021. Sin embargo, según la Autoridad Estadística Helénica, el PIB del país se mantiene aún muy por debajo de los niveles de 2008. Pero, ¿qué ha ocurrido en la agricultura griega durante estos años y cómo se han visto afectados los productos hortofrutícolas? Para empezar, la superficie agrícola cultivada se ha reducido en un 22,1% (2.888.000 hectáreas en 2023).

Pero lo más importante es que, según los datos de Eurostat procesados por diaNEOsis en su estudio de 2024 sobre el sector agrícola en Grecia, el valor de la producción agrícola tampoco ha alcanzado los niveles anteriores a 2008. A pesar de la tendencia positiva en el periodo 2010-2020, la producción agrícola griega ha sido persistentemente incapaz de expandirse. De hecho, la producción agrícola total ha mostrado una tendencia negativa durante los últimos 30 años, con un descenso medio anual de alrededor del 0,3%. El año 2023 se excluye del cálculo debido al dramático impacto de la tormenta Daniel en la agricultura griega; por lo demás, el descenso medio anual supera el 0,9%.

© diaNEOsisGráfico de diaNEOsis. Valor de la producción agrícola (miles de millones de euros a precios constantes de 2015, año base)
Verde claro: Frutas
Verde oscuro: Hortalizas

A diferencia de la producción agrícola global, la categoría específica de frutas frescas lleva desde 2010 registrando un crecimiento significativo del valor de la producción, alcanzando los 3.615 millones de euros en 2022 (27,9% del valor total de la producción agrícola). Durante el mismo período, el valor de la producción de hortalizas ha experimentado un notable descenso, situándose en 1.837 millones de euros (14,2%). Al mismo tiempo, el valor de las exportaciones griegas de frutas y hortalizas registra un crecimiento constante (impulsado por las frutas), y representaron el 36,5% del valor total, también en constante aumento, de las exportaciones agrícolas griegas en 2023.

A pesar de las excepciones positivas, la tendencia general a la baja del valor de la producción del sector agrícola griego suscita preocupación de cara al futuro. Las causas de esta tendencia negativa residen tanto en las características estructurales del propio sector como en las circunstancias de la economía griega en general durante los últimos años.

Descenso de la productividad laboral
Un importante motivo de preocupación en cuanto a las perspectivas para la agricultura griega, que refleja el impacto de todos los factores mencionados, es el debilitamiento de su productividad laboral. Según diaNEOsis, el valor añadido bruto por persona empleada ha caído bruscamente desde 2020, anulando poco a poco los avances desde 2008 y situándose en su valor mínimo en quince años en 2023, con 13.465 euros. Esto corresponde a una tasa media anual de descenso del 0,42%. Al mismo tiempo, el empleo agrario y su proporción en el empleo total llevan aumentando desde 2020 -aunque todavía se sitúa muy por debajo de los niveles de 2008-2010-, alcanzando las 461.400 personas (11%) en 2023. La conclusión es que hay más personas, pero una menor productividad.

Inversión insuficiente en capital y nuevas tecnologías
El examen de los factores específicos que han afectado a la productividad laboral en la agricultura griega revela una amplia gama de problemas y debilidades, algunos de los cuales relacionados, como ya decíamos, con el conjunto de la economía griega. Entre ellos se encuentran los limitados recursos de inversión, el retraso en la inversión en tecnologías modernas y los bajos niveles de actividad en I+D.

La grave crisis que comenzó en 2008 conllevó una enorme contracción del gasto en inversión. Según diaNEOsis, la reducción de la formación bruta de capital fijo por debajo del nivel de depreciación del capital durante 2010-2021 ha implicado un proceso de doce años de agotamiento del stock de capital en la economía griega, lo que se ha traducido en pérdidas acumuladas que superan los 94.000 millones de euros. La coincidencia de este prolongado periodo de subinversión de Grecia con una era de rápidos avances tecnológicos y su integración generalizada en la producción, reconocida colectivamente como la Cuarta Revolución Industrial, se ha traducido en un importante retraso en la adopción de estas tecnologías por parte del sector productivo nacional.

En este contexto, era inevitable que el gasto de inversión en la agricultura griega también se viera afectado. Tras el máximo histórico de 2008, las inversiones cayeron bruscamente, alcanzando incluso niveles de formación negativos en 2011-2012 y 2014-2015. Desde entonces, se ha observado una lenta recuperación hacia los niveles de 2008, que casi se alcanzaron en 2022.

El minifundismo y la fragmentación se comen las inversiones
Sin embargo, el impacto de esta recuperación en el crecimiento de la productividad se ha visto ahogado por una característica clave de la agricultura griega: las explotaciones de tierras muy pequeñas y fragmentadas. Según los últimos datos disponibles de la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas de la Autoridad Estadística Helénica, en 2020 la superficie media utilizada de las explotaciones griegas apenas superaba las 5,3 hectáreas, mostrando una tendencia a la baja (-2,9% en una década).

Esta realidad impide la creación de economías de escala. La elevada fragmentación en pequeñas explotaciones crea una necesidad artificialmente mayor de equipamiento básico. Aunque esto puede aumentar ligeramente el gasto total en inversión, la asignación no resulta eficiente (DiaNEOsis observa un exceso de inversión en equipos básicos baratos, a veces de segunda mano, y una infrainversión en equipos básicos más caros y modernos, así como en equipos complementarios), y la utilización media del capital fijo bruto de reciente adquisición se sitúa muy por debajo de su potencial, ya que cubre una superficie menor.

La desventaja de Grecia en el mercado internacional de la energía
Mientras que tanto el valor de la producción como la productividad laboral en la agricultura griega están disminuyendo, la parte del consumo intermedio -es decir, la transferencia del coste de los insumos al valor total de la producción agrícola- está aumentando, impulsada también por el aumento de los insumos agrícolas. Según diaNEOsis, mientras que en 2003 el consumo intermedio representaba alrededor de un tercio del valor de la producción agrícola, en 2022 supondrá más de la mitad. Mientras que el aumento de los costes de los fertilizantes y pesticidas (en gran parte importados) es un tendencia global, los precios de la energía en Grecia son un problema más localizado al ámbito nacional.

En 2020, Grecia completó un proceso de transición energética impulsado por la UE. El uso de lignito barato de origen nacional, que una vez fue la fuente de energía dominante, se redujo a solo el 10% de la generación total de energía. La mayor parte de la energía procede ahora de energías renovables y gas natural importado, ambos más caros que el lignito. Además, los precios del gas también han subido mucho desde que empezó la guerra entre Rusia y Ucrania, debido tanto al aumento de los precios del gas ruso como al reemplazo de las importaciones rusas, más baratas, por estadounidenses, más caras. Estos factores explican el espectacular aumento de la cuota de consumo intermedio en 2022, una tendencia que probablemente no se invertirá a corto plazo, según las proyecciones actuales del mercado energético.

© diaNEOsisGráfico2 de diaNEOsis. Valor de la producción, consumo intermedio y VAB de la agricultura (miles de millones de euros, precios de 2024)
Naranja: Consumo intermedio

Verde: Valor añadido bruto

Causas sociales y de otro tipo para el abandono de la agricultura
Otros sucesos ligados a las recientes dificultades económicas del país también han perjudicado a la agricultura griega, aunque de forma indirecta. Los continuos recortes del gasto en política social y la reducción de los salarios del sector público han provocado una falta de personal o el cierre de instalaciones públicas fundamentales en zonas rurales (unidades sanitarias, escuelas, oficinas de la administración pública). La prevención de catástrofes naturales y las infraestructuras agrícolas (instalaciones de regadío, carreteras rurales) también siguen estando infradotadas.

Todo esto, en combinación con el elevado desempleo y la escasa remuneración del trabajo agrícola, está contribuyendo a la despoblación rural, a un preocupante envejecimiento de los agricultores y a la escasez de mano de obra, a pesar de un reciente crecimiento debido a la inmigración procedente de Asia.

En este contexto, los ingresos de los agricultores griegos dependen en gran medida de las subvenciones de la UE. Los 1.100 millones de euros en pagos acumulados que el Estado griego debe a los agricultores desde 2024 están limitando aún más la actividad económica real de decenas de miles de pequeños productores. Cualquier reducción de las ayudas de la PAC añadiría aún más presión. Las organizaciones agrarias griegas sostienen desde hace tiempo que el modelo de distribución de la PAC, que asigna los fondos en función de la propiedad de la tierra y no de la producción, favorece a los grandes terratenientes y conduce a los pequeños agricultores al agotamiento financiero y el abandono.

En última instancia, parece que la economía griega, y la política económica y agrícola del país en el marco de la PAC, siguen marcadas po esta trayectoria negativa. En ausencia de medidas para mejorar la productividad agrícola y revitalizar las zonas rurales, los resultados positivos observados en áreas específicas, como la producción frutícola, no solo tienen un potencial limitado para favorecer el crecimiento, sino que, de hecho, se sustentan sobre cimientos bastante frágiles.

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