Colombia es el segundo exportador mundial de flores. Su ubicación privilegiada y sus condiciones climáticas ideales permiten cultivar flores durante todo el año y llegar a más destinos en todo el mundo que casi cualquier otro origen.
Cada tallo cultivado en suelo colombiano conlleva una historia de contribución social, compromiso medioambiental y calidad excepcional, una historia aún poco conocida más allá de las fronteras del país. En una de las naciones con mayor biodiversidad del planeta, la floricultura no sólo refleja la riqueza natural de Colombia, sino que contribuye activamente a preservarla, haciendo de los campos de flores del país un paisaje digno de descubrir.
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A través de la marca Flores de Colombia, Asocolflores - Asociación de Exportadores de Flores de Colombia - fortalece la floricultura sostenible en Colombia para que las flores del país aporten bienestar y experiencias inspiradoras. Este enfoque también abre una nueva puerta: el turismo como una forma de promover y conectar a los visitantes con las personas y los lugares detrás de las flores emblemáticas del país.
Según ACOTUR (Asociación Colombiana de Turismo Responsable), Colombia recibió 5,86 millones de turistas internacionales en 2023, marcando un aumento del 173 por ciento en comparación con 2021. Casi el 40 por ciento de esos viajeros buscaban experiencias rurales o basadas en la naturaleza, una oportunidad ideal para que las granjas de flores se involucren con una tendencia global que valora la autenticidad, la sostenibilidad y la conexión humana. En todo el mundo, el 70 por ciento de los viajeros prioriza ahora la sostenibilidad a la hora de elegir destinos, y la demanda de experiencias genuinas y menos conocidas sigue aumentando.
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En el municipio de La Ceja, Antioquia, Jardines de San Nicolás se ha convertido en un referente de esta visión. A través de su programa "Puertas Abiertas", y en alianza con el tour operador ZonaBici, la empresa recibe visitantes que exploran la finca en bicicleta, pedaleando por corredores verdes y campos vibrantes para presenciar cada etapa del cultivo -desde la siembra hasta la cosecha.
"Cada visitante se va con Colombia en el corazón", dice Marleni Carmona, Directora de Recursos Humanos de Jardines de San Nicolás. "Descubren que detrás de cada tallo hay manos que cultivan vida, familias que crecen juntas y comunidades que florecen".
Estas experiencias guiadas han atraído a más de 40.000 visitantes en los últimos años, promoviendo una imagen positiva de la floricultura colombiana y generando al mismo tiempo beneficios económicos y sociales tangibles para la región. Proveedores locales de gastronomía, transporte y servicios de bicicletas se han unido a la iniciativa, creando un modelo que conecta sostenibilidad, comunidad e innovación rural.
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Más allá de su valor promocional, iniciativas como ésta también muestran el potencial de los productores de flores para diversificar sus fuentes de ingresos. Abrir las fincas a los visitantes, a través de experiencias cuidadosamente diseñadas y sostenibles, puede convertirse en un modelo de negocio adicional, que permita a los productores reforzar las economías locales, crear empleo rural y reinvertir los beneficios en programas comunitarios y de bienestar de los trabajadores.
Para Asocolflores, estos encuentros representan más que turismo: son una oportunidad de visibilidad y crecimiento compartido. Permiten que el mundo vea que la floricultura colombiana no es sólo un éxito de exportación, sino también una historia humana y medioambiental arraigada en un propósito.
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