El 14 de noviembre, la Casa Blanca emitió una nueva Orden Ejecutiva que modifica los aranceles recíprocos para ciertos productos agrícolas importados en Estados Unidos. El presidente Donald J. Trump declaró que ciertos bienes agroalimentarios estarían exentos de este arancel, siempre que procedan de países fuera de acuerdos comerciales que ya otorgan preferencias específicas. Sin embargo, México, y específicamente el sector tomatero sinaloense, no se beneficia de dicho cambio.
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La explicación es directa: las tarifas recíprocas no afectan a México ni a Canadá, ya que ambos países forman parte del T-MEC. Este tratado, desde su aplicación, eliminó tales aranceles entre los socios, dejando fuera cualquier impacto directo al sector hortícola mexicano. Por lo tanto, el tomate producido en Sinaloa, un importante exportador a EE. UU., no está sujeto al arancel que Trump ahora exime a ciertos países.
Los beneficiados con esta medida son países como Guatemala, Honduras, República Dominicana, y algunos del Caribe y Centroamérica, cuyos productos agrícolas sí estaban sujetos a estos aranceles. Sin embargo, su impacto en el mercado norteamericano es pequeño, ya que las exportaciones de tomate de estos países no alcanzan el 2% del consumo estadounidense. El volumen principal de tomate fresco consumido en Estados Unidos procede de México, especialmente de Sinaloa, Baja California y Jalisco.
El tomate ha sido históricamente un tema políticamente sensible en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Su importancia económica y su presencia en la dieta diaria de los estadounidenses, junto con la competencia de productores en Florida, lo han convertido en una herramienta de negociación. Más allá del arancel recíproco, el verdadero obstáculo para los productores mexicanos es la cuota compensatoria antidumping, utilizada por grupos agrícolas estadounidenses para limitar la entrada del tomate mexicano.
Esta cuota, impulsada principalmente por productores de Florida, afecta los precios y el flujo comercial, creando incertidumbre, elevando costos y limitando la competitividad de un sector crucial del campo mexicano. La contradicción política se evidencia aquí: si Trump buscara realmente reducir los precios del tomate para el beneficio de sus votantes, la solución más efectiva no sería ajustar aranceles recíprocos a países con participación mínima, sino negociar con México la reducción o eliminación de la cuota antidumping aplicada al tomate nacional.
Fuente: www.chiapasparalelo.com