En José María Morelos, en el estado de Quintana Roo, los invernaderos de La Presumida, iniciados en 2001 para cultivar tomate saladette y chile habanero de exportación, enfrentaron cambios estructurales a lo largo de los años. Lilian Balam Xool, antigua presidenta de estos invernaderos, destaca que las instalaciones La Hondonada, Dos Cerros, Nohoch Be y Sansamal Meyah proporcionaron empleo y cosechas durante más de diez años.
© Ocusfocus | Dreamstime
El proyecto se lanzó cuando ejidatarios invitaron a repobladores a gestionar cinco hectáreas, ya que el ejido no podía operar los invernaderos. Las trabajadoras asumieron la tarea, construyeron las estructuras y comenzaron la producción. Sin embargo, surgieron tensiones con los ejidatarios, quienes exigieron rentas y cobros, lo que inició el deterioro del proyecto.
A pesar de las dificultades, los agricultores continuaron pagando para no perder sus cultivos. Con el tiempo, los accesos fueron clausurados y la presión de algunos ejidatarios llevó a rentar las instalaciones a un empresario, quien también tuvo que pagar al ejido, afectando la rentabilidad.
El proyecto funcionó hasta 2017. Los costos de semillas y mano de obra se volvieron insostenibles sin apoyos. La falta de beneficios, conflictos y robos agotaron los recursos. La infraestructura deteriorada fue vendida como chatarra. Lilian Balam Xool recuerda que el cierre no solo significó la pérdida de empleo, sino de un proyecto que brindó identidad durante 17 años. Hoy, los terrenos permanecen sin actividad y un nuevo programa ha sido rechazado por la comunidad
Fuente: diariocambio22.mx