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Crean pigmento para textiles en México reutilizando residuos de cempasúchil

El año 2025 ha sido un periodo récord para la producción de cempasúchil en México. En la Ciudad de México se produjeron más de seis millones de plantas durante la temporada de Día de Muertos. Estas flores, tras cumplir su propósito, suelen convertirse en residuos.

En el Huerto IBERO José de Acosta S. J., se implementa una iniciativa que transforma las flores de cempasúchil utilizadas en ofrendas en pigmentos naturales, semillas vivas y composta. Este proceso comunitario de reciclaje busca preservar las plantas y devolver nutrientes al suelo. "Esto conecta con la naturaleza, con nuestras tradiciones, y evita que toneladas de flores terminen en la basura", según Erika Fernanda Pérez Rivera, Coordinadora del Huerto.

La campaña de donación empezó de manera interna pero se difundió rápidamente. "Yo esperaba que solo la comunidad IBERO donara sus flores", explica Pérez Rivera. Sin embargo, una firma de arquitectos se unió y donó 1,200 plantas, cubriendo además el costo del flete y colaborando en el proceso de corte y embolsado. Se recibieron entre 60 y 100 bolsas con flores.

Con la ayuda de voluntarios, tanto estudiantes como miembros de la comunidad, se procedió al desmontaje de macetas, separación de pétalos, tallos, raíces y tierra. Las flores se secaron para la extracción de pigmentos mientras que las semillas se reservaron para futuras donaciones. "Queremos regalar semillas todo el año para que más personas siembren su cempasúchil y también sembrar en el huerto para futuras ofrendas", añade Pérez Rivera.

Los pétalos secos se muelen para obtener un polvo amarillo intenso destinado a la fabricación de acuarelas, pinturas acrílicas y tintes textiles. Pérez Rivera destaca: "Son flores que no son basura: son joyas". Las semillas se utilizarán para fortalecer la planta, y los tallos y tierra se añadirán a la composta del huerto, asegurando que todo regrese al suelo y nutra a otras plantas.

Erika resume: "Las cosas tienen una segunda vida". El proceso se convierte en una forma de educación ambiental, arte, tradición y un esfuerzo colectivo. Durante las próximas semanas, se continuará trabajando en el desmontaje, molienda, clasificación de semillas y elaboración de pigmentos, con el objetivo de honrar lo que la tierra ofrece y devolverlo

Fuente: ibero.mx

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