Al pasear por un parque, podría verse como un árbol común: tronco robusto, ramas estables, apariencia discreta. En primavera, sin embargo, sorprende con flores de tonos rosa pálido, blanco nieve y carmesí. Es un fenómeno de especies fusionadas en un solo tronco.
Con el tiempo, esta maravilla se confirma produciendo duraznos, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas y almendras. 'El árbol Frankenstein' representa un collage comestible que desafía la percepción de lo natural.
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La visión artística detrás del árbol Frankenstein
El proyecto de Sam Van Aken, profesor de arte en la Universidad de Syracuse, surge del arte, no de la ciencia. Van Aken busca crear una interrupción visual, un "shock estético" que oblige a admirar lo ordinario. Hocus Pocus y Hoc est enim corpus meum inspiran su creación. La idea de la transubstanciación (el cambio sin alterar la forma) se refleja en este árbol que parece común, pero esconde una esencia múltiple.
El injerto: la técnica milenaria
La clave es el injerto, una técnica de más de 3,000 años. Permite unir ramas de diferentes árboles en uno solo. Van Aken aprendió esta técnica de su bisabuelo, experto en injertos en Pensilvania. El proceso, que requiere precisión y paciencia, incluye:
- Cultivar el árbol base durante tres años.
- Poda y estructuración de ramas.
- Multiplicación de injertos cada año.
A los 8 o 9 años, el árbol muestra su universo genético. Gracias a los injertos, el árbol produce una diversidad: duraznos, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas, almendras, entre otros. Este collage frutal es ejemplo de biodiversidad aplicada al arte y la ciencia.</p>
Retos y conservación
El éxito del árbol Frankenstein también evidenció un problema: muchas frutas necesarias para los injertos estaban desapareciendo. Esto revela la fragilidad de la biodiversidad agrícola y la necesidad de preservar especies raras.
Fuente: lachispa.mx