La búsqueda de soluciones más eficientes y sostenibles para la gestión de la radiación solar en invernaderos ha llevado a la formación del Grupo Operativo Thermoactive, para el desarrollo de materiales plásticos termosensibles con un punto de activación óptimo, capaces de adaptarse de forma automática a las condiciones climáticas de los invernaderos típicos del sureste peninsular. "El objetivo era desarrollar un material de cubierta de invernadero inteligente que, en función de su temperatura, sea capaz de cambiar sus propiedades ópticas para reducir la transmisión radiación solar y aumentar la difusión de la luz", señala Esteban José Baeza Romero, participante del proyecto por parte de Coexphal.
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"El reto técnico consistía en formular aditivos que reaccionaran al calor, pero que también resistieran el proceso de extrusión y mantuvieran la estabilidad del polímero; y para ello se han producido las primeras muestras de gran tamaño del material en Sotrafa y las mismas han sido evaluadas tanto en un invernadero experimental de la estación de Las Palmerillas, en Almería, como en una finca comercial en la que, además, de sus propiedades, se ha podido evaluar el crecimiento de las plantas su producción y el clima generado en el interior del invernadero, y compararlo con los resultados que ofrece la técnica del blanqueo".
"Hasta ahora la técnica del blanqueo es la más extendida para regular la cantidad de luz y la temperatura en el interior de los invernaderos, pero es un procedimiento que quita luz a las plantas durante todo el día, restándoles potencial productivo; mientras que el plástico termosensible solo modula la cantidad de luz cuando es necesario", destaca.
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"Otro de los beneficios observados es la mejora en la homogeneidad del clima bajo cubierta gracias a la mayor difusión de la luz. De por sí el polietileno ya es difuso, pero con este material se consigue un efecto aún más notable, y lo hemos visto en los ensayos realizados en cultivos de tomate y calabacín", comenta Esteban, "en los que se ha constatado mejoras productivas respecto a la técnica del blanqueo".
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Los resultados iniciales son muy prometedores, y ya se está trabajando en ajustar los aspectos técnicos necesarios para poder avanzar en la fase de producción y desarrollo del aditivo termosensible y estudiar su posible escalado al mercado, ya que el interés en esta tecnología crece a medida que el cambio climático intensifica los episodios de calor y alta radiación.
"Los blanqueos se aplican cada vez más temprano porque hay olas de calor antes de lo habitual. Pero no siempre tiene sentido blanquear para unos pocos días, lo que hace que los cultivos se sometan a un estrés perjudicial. Por ello tener un material inteligente que se active justo en el momento preciso ofrecerá al agricultor una herramienta más flexible para enfrentar los episodios de calor, cada vez más frecuentes en el sur peninsular", subraya.
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Además, este tipo de soluciones podrían evitar problemas asociados al blanqueo tradicional, como el consumo de agua y la liberación al ambiente del carbonato cálcico utilizado. "Si en el futuro podemos reconducir la gestión hacia sistemas más inteligentes, estaremos reduciendo costes y haciendo más sostenible la producción. Igual que ya existen vidrios electrocromáticos, creo que materiales de este tipo acabarán utilizándose en todo tipo de invernaderos, y en particular en cultivos de alto valor; sobre todo, en cultivos más sensibles que requieren condiciones de sombra más constantes, como ocurre con algunos cultivos ornamentales como Anthurium, orquídeas, etc.", concluye.
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