Según la política de la UE, el cultivo ecológico deberá ser el 25% de la producción de los países miembros para 2030. Por otro lado, las centrales de compra presionan para adquirirlo a precio cercano al convencional. Esto ha provocado una disminución de los agricultores de cultivo ecológico que, afrontando más gastos, no alcanzan a cubrir sus costes.
"Cada año nos enfrentamos con nuevos retos tanto por el agua como por las plagas. El agua es un asunto político, pero las plagas son fenómenos naturales que hay que afrontar. En ecológico, las semillas cada vez tienen más resistencias, pero eso va a la par que su aumento de coste y pérdida de productividad", comenta Pascual Blanco, director comercial de Hortamira.
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"Aunque en el convencional los límites son más estrictos cada año, siempre va a tener más armas para combatir las plagas. Eso lo hace más asequible económicamente al consumidor, no creo que se fusione con el ecológico", señala Blanco.
Según el directivo, "el ecológico es más caro de principio a fin": "Las semillas, los productos, la falta de productividad y el manejo del cultivo. Nuestra lucha diaria es que los clientes, cada día más fuertes y más grandes, desean adquirir ecológico a un precio parecido al convencional".
"Sin embargo, el ecológico para ser rentable necesita una diferencia mínima del 35% en su precio. Si el cliente no lo quiere pagar, está ayudando a la migración del cultivo ecológico al convencional", subraya Blanco.
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"El agricultor que ha migrado no vuelve, porque tiene que pasar tres años invirtiendo gastos al nivel del ecológico, pero seguir vendiendo el producto como convencional. Hace tiempo, era más rentable, pero en los últimos cuatro años, eso ha cambiado mucho. Veremos esta reconversión del campo a dónde nos lleva", opina el responsable.
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"Las certificaciones no pueden ser un negocio"
Algo que es "absurdo", según Blanco, "es valorar las certificaciones, tipo IFS, GlobalGAP o BRC, más que la calidad del producto. Las normativas tienen que cumplirse, pero las certificaciones no pueden ser un negocio que merme la rentabilidad de la producción".
"Lo sensato sería tener una normativa unificada obligatoria que cumpliera con la calidad y no una continua certificación. Al final, los productores estamos pasando por auditorías todo el año, pagando burocracia, y cuando una se cumple aparece otra más exigente", lamenta el responsable.
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Las tendencias de productos son muy variables, pero hay que distinguir la producción de la demanda, según Blanco. "El limón ecológico ha crecido mucho en los últimos años y ahora estamos en una fase de retroceso. La UE busca que el consumo de ecológico esté en un 25% con respecto al convencional, pero creo que lo fundamental es que haya un cliente que pague el ecológico".
En cuanto al cultivo biodinámico, "lo hemos abandonado porque en nuestra zona, en algunos cultivos, es imposible aplicar ese método. Durante más de 10 años lo hemos intentado, pero son técnicas de Centroeuropa que no se terminan de adaptar bien a nuestra cálida región", explica el directivo.
El 80% de la producción de Hortamira es ecológica y está dedicada al calabacín, mini romana, limón, brócoli, apio, iceberg, col picuda, pimiento California —su producto más fuerte— fruta de hueso y calabazas. Anualmente, trabaja 40 millones de kilos destinados a mercados y supermercados de toda Europa, especialmente, Francia y Alemania. En picos de campaña emplea a 350 personas.
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Pascual Blanco
Director comercial
Hortamira
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