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Especial Surinam - Parte 15

Surinam busca elevar el bajo nivel de exportación de frutas y hortalizas hacia Europa

Hubo un tiempo en que cada vuelo con destino a Ámsterdam llevaba su bodega repleta de frutas y hortalizas frescas procedentes de Surinam. Hoy en día, esa realidad ha cambiado drásticamente. "A duras penas cargamos 10 toneladas por vuelo", lamenta Swami Girdhari, secretario de la Asociación de Exportadores de Productos Agrícolas de Surinam (VEAPS, por sus siglas en holandés). ¿Qué ha pasado con la exportación hortofrutícola surinamesa hacia Europa? ¿Y, más importante aún, qué se puede hacer al respecto?

Hace una década, la exportación de arroz, bananos y frutas tropicales de Surinam hacia Países Bajos y otros países europeos con comunidades surinamesas florecía. Hoy, queda poco de aquel dinamismo. Según Girdhari, las causas son múltiples, pero con voluntad política y visión de futuro, las soluciones no son inalcanzables.

© Swami Girdhari

Cambios en el consumo
Una de las razones, explica, se encuentra en la evolución del gusto de los consumidores en Europa. "Las nuevas generaciones de surinameses —ya vamos por la sexta— consumen menos productos tradicionales. Prefieren espárragos a boulanger", afirma. Por eso, defiende un enfoque más amplio en la comercialización. "No debemos dirigirnos solo a la diáspora surinamesa. También podemos ofrecer productos como antroewa en los supermercados convencionales, siempre acompañados de explicaciones claras sobre cómo prepararlos".

Obstáculos regulatorios
Otro golpe fuerte para el sector fue la decisión de la Unión Europea en 2019 de restringir la entrada de ciertas plantas y partes vegetales procedentes de terceros países. Uno de los afectados fue el sopropo (Momordica), que representaba el 35% del volumen total de exportación hortofrutícola de Surinam.

La preocupación de las autoridades europeas radica en la posible presencia de Thrips palmi, una plaga peligrosa para la agricultura y biodiversidad del continente, que podría esconderse en las hendiduras del fruto. "Pero otros países como Honduras o México sí han conseguido seguir exportando sopropo, gracias a medidas fitosanitarias avaladas por la UE. Nuestro gobierno debería estudiar esos modelos y dialogar con ellos, para ver cómo adaptarlos a nuestra realidad", sugiere Girdhari.

Obtener los certificados fitosanitarios exigidos también es complicado. "Cumplir con los requisitos de la autoridad vegetal de Surinam no es nada fácil", reconoce. Aun así, valora que desde 2019 se hayan hecho avances para apoyar a los productores y exportadores, pero es hora de acelerar el paso. "Se necesitan protocolos claros, mejores instalaciones de control de plagas y, lo más importante, una colaboración estrecha entre el sector público y privado".

© Swami Girdhari

El peso de la logística
La limitada capacidad de carga aérea es otro cuello de botella. Surinam no cuenta con vuelos de carga especializados y depende del espacio en los vuelos comerciales. Y eso tiene un coste alto: alrededor de 2,50 euros por kilo, incluyendo la manipulación. "Eso hace que la exportación de frutas y hortalizas frescas sea casi insostenible", señala Girdhari.

Mientras tanto, la competencia internacional avanza sin freno. Productos congelados procedentes de China, Indonesia, India o Egipto inundan los supermercados europeos con precios que Surinam no puede igualar. "A veces vemos hasta etiquetas de Surinam en productos extranjeros, porque la marca vende. Es frustrante, pero también demuestra que el 'sello Surinam' tiene valor".

La crisis económica interna tampoco ayuda. La devaluación de la moneda local y la alta inflación han elevado los costes de producción, haciendo aún más difícil competir con países donde se produce a gran escala y a menor precio. "Además, seguimos trabajando de forma muy artesanal, con poca mecanización y escasa tecnología. La eficiencia es baja, aunque los sueldos también lo sean", explica.

Por eso, Girdhari insiste en la necesidad de capacitar a los agricultores y facilitar el acceso a tecnología moderna. "Podemos aprender de los que lo están haciendo bien. Miremos el modelo de producción de piña en Costa Rica o el de cítricos en Brasil. Deberíamos fomentar la cooperación con empresas y organizaciones internacionales".

© Swami GirdhariLa estación de empaque de bananos de FAI.

Mirar más allá de Europa
Aun así, Girdhari no quiere que todo el debate gire en torno a la exportación. También ve oportunidades en el mercado interno. "Nuestros vegetales locales son caros, y al mismo tiempo importamos muchas verduras. Si mejoramos nuestra eficiencia, podríamos reducir precios y sustituir parte de esas importaciones con producción nacional", indica.

Incluso plantea diversificar la oferta: "¿Por qué no producir coliflor o brócoli, que hoy tienen más aceptación entre los consumidores surinameses?" Además, apunta al potencial del mercado regional del Caribe, donde Surinam puede exportar sin aranceles. Los países de Caricom, con 15 millones de habitantes, importan alimentos por valor de 7.000 millones de dólares al año. "Es una oportunidad enorme. Debemos pensar en Surinam como productor de alimentos para toda la región".

© Swami GirdhariProducción de cítricos de la empresa Boerderij Goliath.

Una mirada al futuro
A pesar de todas las dificultades, Girdhari mantiene una visión optimista. "De aquí a cinco años, el panorama puede cambiar radicalmente. Podemos recuperar mercados, ampliar la superficie cultivada, aumentar la productividad y fortalecer la colaboración entre gobierno y sector privado", comenta.

Y concluye con una reflexión clave: "Puede que la agricultura no sea nuestro principal producto de exportación, pero es estratégica para nuestro país. Solo por el simple hecho de poder alimentarnos por nosotros mismos, ya merece la pena invertir en ella. La pandemia nos dejó claro cuán importante es eso".

Para más información:
Swami Girdhari
Vereniging van Exporteurs van Agrarische Producten in Suriname (VEAPS)
[email protected]

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