Durante décadas, el invernadero fue territorio exclusivo de tomates, pimientos y pepinos. Pero poco a poco, algunos agricultores del sur peninsular comenzaron a probar con frutales tropicales, primero con el mango y, ahora, con el aguacate.
© Iberian Avocados
"Hace tres o cuatro años nadie imaginaba que un frutal como el aguacate podría desarrollarse en un invernadero", recuerda José M.ª Cuadrado Martín, responsable de Iberian Avocados. "Pero hoy tenemos resultados que igualan o incluso superan a los cultivos hortícolas tradicionales, tanto en rendimiento como en rentabilidad".
La experiencia previa con el mango de invernadero, especialmente en la comarca malagueña de la Axarquía, abrió el camino. "El mango, al ser un árbol más bajo y fácil de manejar, fue el primero en demostrar que el invernadero no es solo para hortalizas", explica Cuadrado. "Y el aguacate Lamb Hass ha sido el punto de inflexión. Es una variedad muy similar al Hass clásico, pero más compacta, con un porte que no suele pasar de los dos o tres metros. Eso hace que el manejo dentro de una estructura cubierta sea perfectamente viable".
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Los productores "más aventureros" fueron quienes se lanzaron primero a probar este cultivo. "Muchos venían de la horticultura y buscaban algo con menos dependencia de la mano de obra y con rentabilidad, y consiguieron plantaciones que han alcanzado producciones de hasta 30 toneladas por hectárea, con precios medios de 1,5 a 2 euros el kilo. Si restas los gastos, que rondan los 10.000–12.000 euros por hectárea, las cifras son muy atractivas".
"Con el Lamb Hass en invernadero empezamos a recolectar en enero"
El cultivo bajo plástico o malla ofrece protección frente a heladas y vientos, así como al calor, permitiendo además adelantar la cosecha hasta 2 meses. "Con el Lamb Hass en invernadero empezamos a recolectar en enero, mientras que al aire libre normalmente se cosecha en marzo o abril", indica Cuadrado. "Además, al poder controlar la temperatura durante la floración, logramos mejorar la polinización cruzada y obtener calibres más homogéneos y mayor nivel de grasa en el fruto".
El tipo de estructura depende mucho de la ubicación. "En zonas costeras, donde los inviernos son suaves, prefiero trabajar con malla de sombreo, porque deja pasar el aire y evita el exceso de calor. En cambio, en zonas interiores con inviernos más fríos, el plástico ayuda a mantener la temperatura", detalla. "Asimismo, también influye la forma del invernadero. Un multitúnel alto facilita la aireación y el control térmico; uno plano o bajo acumula más calor. Todo debe pensarse en función del microclima".
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El aguacate, explica Cuadrado, no es tan exigente en cuanto a textura del suelo si el manejo es adecuado. "Aunque por lo general se prefieren los suelos francos, los arenosos de los invernaderos también funcionan bien. En realidad, se parecen a un sistema semi-hidropónico: el drenaje es excelente, no hay encharcamientos y puedes ajustar la fertirrigación con precisión milimétrica".
Sin embargo, advierte que el agua es el talón de Aquiles del cultivo. "El aguacate es muy sensible a la salinidad. Si el agua no es de buena calidad, los árboles lo acusan enseguida. Antes de pensar en plantar, hay que analizar tanto el volumen disponible como la conductividad eléctrica del agua que se va a utilizar".
En Marruecos, donde Iberian Avocados también colabora con productores locales, existen sistemas de cultivo de aguacate en invernaderos aún más intensivos. "Conocemos plantaciones de aguacates de invernadero en las que se plantan 2.500 árboles por hectárea en marcos de 2 x 2 metros, con árboles en maceta. Cada planta produce entre 15 y 20 kilos, y llegan a rendimientos de 20 toneladas por hectárea", explica, "con ciclos cortos de entre 3 y 4 años".
"Es una técnica que hasta ahora no la había visto nunca, pero con un precio en origen muy bueno y costes laborales más bajos, este modelo de ciclo corto parece ser rentable para los productores que lo tienen en marcha".
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"El invernadero permite llevar el aguacate a zonas donde antes era inviable por el frío o por el calor excesivo"
El cultivo de aguacates en invernadero trae consigo nuevos retos – empezando por la propia inversión – pero muchos de los beneficios pueden superar los inconvenientes. "El invernadero permite llevar el aguacate a zonas donde antes era inviable por el frío o por el calor excesivo, como al interior de Granada, en Arenas del Rey o Zújar, o a la provincia de Sevilla. Si la tierra no es cara y el agua es buena, el proyecto puede ser perfectamente rentable", concluye.
"La agricultura no es amor al arte; es un negocio que debe ser eficiente", resume José M.ª Cuadrado. "Y el aguacate bajo invernadero, bien gestionado, puede serlo tanto o más que cualquier cultivo hortícola tradicional".
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