El cultivo de papaya en invernaderos de Andalucía, especialmente en la costa de Almería, está demostrando que los límites climáticos pueden reescribirse con conocimiento técnico, planificación y adaptación varietal. Así lo comenta el ingeniero técnico agrícola de una cooperativa almeriense, quien lleva años experimentando con este frutal tropical bajo invernaderos en el sureste español.
"La papaya se adapta bastante bien a los invernaderos de raspa y amagado típicos de esta zona, pero hay que buscar la variedad correcta y tener en cuenta la fecha de siembra; eso es importantísimo", explica, "ya que a diferencia de otros cultivos subtropicales, la papaya tolera el calor ambiental, pero su cuajado floral es muy sensible a las altas temperaturas. Por eso la ventilación es clave, al igual que unos niveles altos de humedad", añade.

Un cultivo de bajo coste y gran potencial
El coste de mano de obra, según el técnico, es similar al de un tomate o un pimiento, aunque con particularidades. "No tiene mucho follaje y no es complicado de manejar. En condiciones normales, un ciclo productivo puede durar entre 18 y 24 meses, con una producción media de unos 20 kilos por metro cuadrado, aunque he tenido cultivos que me han durado hasta cinco años", comenta.
"En mi caso, recomiendo realizar las siembras en febrero o marzo, y la recolección comienza unos seis meses después, con picos de producción entre enero y mayo. Normalmente se ha estado cosechando madura, pero en las últimas temporadas se está destinando una parte cada vez mayor de la cosecha para su corte en verde, a petición de las comercializadoras. La gente ha empezado a consumirla así, como en Asia o Indonesia, para ensaladas y otras preparaciones saladas", describe.
"La papaya verde, de hecho, ha abierto un nuevo nicho en el mercado, ofreciendo a los productores una salida adicional frente al mercado tradicional de fruta madura. En general la papaya tiene un sabor suave, no empalagoso, y en verde es una fruta muy versátil", apunta.
Variedades adaptadas y manejo ecológico
El éxito del cultivo pasa por elegir variedades de porte corto y buen cuajado en calor. "Hasta ahora hemos trabajado con la variedad Sweet Sense, una variedad desarrollada localmente capaz de adaptarse al clima semiárido del sureste. Es una papaya de tamaño medio, entre 1 y 2 kilos, que cuaja bien cuando suben las temperaturas, y que se adapta muy bien al perfil de fruta que se prefieren en el mercado europeo. No obstante, estamos probando otras variedades que retrasan la maduración y permiten cortar en verde durante más tiempo, lo que es muy positivo para la tendencia de consumo que estamos viendo", comenta.
En cuanto a las plagas, la papaya no tiene grandes problemas; y en los últimos años, la falta de productos fitosanitarios registrados para tratar esta fruta ha llevado a la cooperativa incluso a reconvertir parte de sus cultivos a manejo ecológico. "No hay productos autorizados más allá de alguna marca de azufre mojable, así que hemos decidido certificar 4 hectáreas directamente como ecológicas; no hay prácticamente diferencia en manejo, salvo la trazabilidad, y tenemos ese valor añadido para la fruta producida", afirma.
De la fiebre tropical al realismo técnico
El cultivo de papaya vivió su "época dorada" hace unos años en Almería. "Se creó incluso una sociedad específica para controlarlo. Mucha gente pensó que era plantar y ganar dinero, pero aunque es un cultivo fácil, requiere una técnica específica", recuerda. La falta de asesoramiento técnico llevó a muchos productores al fracaso. "Intentaron adaptar técnicas tropicales a un clima donde en invierno llegamos a cero grados. En seis años, de todas las personas que se animaron a cultivar papaya, solo quedamos unos pocos que entendimos que había que hacer las cosas distintas", resume.
Y es que con experiencia también en otros cultivos tropicales como la okra, el ingeniero insiste en que la clave no está en copiar modelos, sino en adaptar los calendarios, el manejo y las inversiones a la realidad local. "En verano, bajo plástico llegamos a 50 grados; en invierno, a 3 o 4. Hay que ajustar la siembra y mejorar el control climático: humedad, ventilación automática, apertura de techos... todo eso cuesta dinero, y no todos quieren invertir", explica.
Aun así, los resultados económicos son alentadores: "Si una finca produce 20 kilos por metro en 18 meses, da entre 9 y 10 euros por metro. El socio está contento, pero podríamos mejorar mucho con más tecnología", sostiene.

La papaya andaluza mira al futuro
Aunque la superficie total cultivada en papaya sigue siendo modesta —apenas unas decenas de hectáreas entre Almería y Granada—, el interés vuelve a crecer, impulsado por el consumo de fruta exótica en Europa y por la diversificación de los invernaderos tradicionales. "Ya hay nuevos agricultores interesados. La papaya es una planta sensible que puede dar muy buen rendimiento si se entiende su fisiología, y si se maneja el clima se adapta perfectamente al invernadero almeriense; pero si no hay asesoramiento técnico serio, volverán a cometerse los mismos errores", alerta.