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"Una gestión y organización adecuadas pueden compensar las limitaciones de una infraestructura más sencilla"

Un reciente análisis realizado en la Integradora Agro Parque Tanquecillos, en Nuevo León (México), ha puesto de manifiesto los factores clave que explican por qué unos invernaderos consiguen casi el doble de rendimiento que otros, incluso en condiciones de manejo similares. El proyecto reúne a 100 productores que cultivan tomates tipo saladette en suelo, dentro de invernaderos rústicos que carecen de control de temperatura y enriquecimiento de CO₂.

Según Raúl Bribiesca Aguilar, director general de Agrofacto, el ciclo productivo 2025 se cierra con un rendimiento medio de 39 kg/m², con registros individuales que oscilan entre 30 y 52 kg/m². "Los resultados demuestran que pueden surgir diferencias de productividad incluso cuando se comparten criterios generales de manejo", afirma.

© Agrofacto

Factores clave identificados
La evaluación identificó cuatro variables principales que influían en la productividad de las distintas zonas de producción. Una de las más importantes fue la gestión cultural. Los invernaderos en los que la brotación, el deshojado y el rebaje de la planta se realizaban con mayor rapidez y constancia mostraron rendimientos notablemente superiores. La puntualidad de las operaciones contribuyó a un mejor equilibrio de las plantas y a un desarrollo más uniforme de los frutos.

Otro factor determinante fue el vigor y la estabilidad metabólica de las plantas. Las zonas en las que las plantas mantenían un mejor equilibrio fisiológico se vieron menos afectadas por el virus del fruto rugoso del tomate (ToBRFV), lo que se tradujo en niveles de producción más estables a lo largo del ciclo.

La distribución del riego también desempeñó un papel crucial. Los invernaderos situados más cerca del cabezal de riego recibieron un mayor caudal de fertirrigación, mientras que los más alejados recibieron un suministro insuficiente. Dado que la programación del riego se basó en el tiempo y no en la uniformidad del caudal, las diferencias resultantes en el suministro de agua y nutrientes tuvieron un impacto mensurable en el rendimiento.

Por último, la estructura del suelo resultó ser un elemento significativo. Los suelos con mejores condiciones físicas permitieron un riego y un drenaje más eficientes, evitando el encharcamiento y reduciendo la incidencia de enfermedades radiculares como Fusarium y Verticillium. Estas zonas mostraron sistemas radiculares más sanos y una mayor productividad general.

© Agrofacto

Medidas correctoras
En respuesta, se han introducido varias medidas correctoras. El equipo del proyecto está mejorando las condiciones del suelo mediante la plantación de avena, una práctica que ha demostrado gran eficacia en la restauración de la estructura del suelo en las zonas afectadas. Paralelamente, se están reforzando los programas de formación y se están evaluando variedades tolerantes al ToBRFV para mejorar la resistencia en ciclos futuros.

Raúl señala que estos ajustes forman parte de un esfuerzo continuo por perfeccionar las prácticas de gestión y apoyar la sostenibilidad a largo plazo de la cooperativa.

Relevancia social y económica
Más allá de los resultados técnicos, el Parque Tanquecillos representa una importante iniciativa social. El proyecto une a pequeños productores de una zona marginada del norte de México, fomentando la cooperación y el aprendizaje compartido.

"Se trata de un proyecto social que reúne a 100 productores de una zona marginal del norte de México", comparte. "Está logrando fortalecer sus operaciones, permitiéndoles producir y comercializar sus cosechas de manera efectiva".

"También es importante señalar que es posible alcanzar niveles aceptables de rentabilidad con niveles intermedios de tecnología en invernaderos. Una gestión y organización adecuadas pueden compensar las limitaciones de una infraestructura más sencilla".

Para más información:
Agrofacto
Raul Bribiesca Aguilar, Director General
[email protected]
agrofacto.com

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