Durante los últimos años, la pitahaya ha pasado de ser un cultivo exótico a convertirse en una opción estratégica para productores del sureste español. Su atractivo visual, su potencial de valor añadido y su condición de cultivo de bajo consumo hídrico han fomentado su expansión, pero también han puesto de manifiesto un problema estructural: la ausencia de variedades realmente adaptadas al clima mediterráneo y al manejo en invernadero. Por ello Hylogens, la división especializada en mejora genética de pitahaya del grupo Beyond Seeds, ha decidido tecnificar a nivel genético un cultivo donde tradicionalmente han dominado las selecciones artesanales "y cierta falta de uniformidad varietal", señalan Edgar García y Malen Escánez, responsables del proyecto.
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"La pitahaya tiene una enorme capacidad de atraer al consumidor, pero la fidelización del consumo es mucho más difícil. Falta sabor, falta equilibrio organoléptico y faltan plantas adaptadas a nuestro clima y a nuestras estructuras de cultivo". Hasta ahora, explica Edgar, los agricultores habían recurrido a selecciones espontáneas y a intercambios informales de material vegetal, un sistema que generaba confusión y escasa trazabilidad. "Frente a esa realidad, Hylogens decidió aplicar metodologías profesionales de mejora genética y cultivo in vitro para conseguir materiales estables, adaptados a nuestras condiciones climáticas y libres de virus".
Malen, responsable directa del programa de breeding, describe el proceso como un trabajo híbrido entre horticultura y fruticultura: "La pitahaya se comporta como un frutal. Las hibridaciones son lentas, el ciclo es largo y la selección debe ser muy rigurosa; no buscamos plantas para un ciclo corto como un pepino o un tomate, sino materiales que permanecerán años en el invernadero, con un hábito de crecimiento controlado y una producción estable. Por ello, el primer paso del programa consistió en cruzar variedades bien caracterizadas de América y Asia con el objetivo de generar diversidad genética y combinar caracteres clave: adaptación al invernadero, menor brotación vegetativa, más floraciones, autocompatibilidad y sabor equilibrado".
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Uno de los desafíos más relevantes es precisamente la gestión del crecimiento. Según explica Malen, existen variedades cuyo vigor vegetativo se dispara y saturan de trabajo al personal de poda, mientras que otras muestran susceptibilidad a quemaduras o pudriciones por cambios bruscos de temperatura, un problema frecuente tanto en Almería como en otras zonas mediterráneas. "La restricción del uso de fitosanitarios en Europa complica aún más el manejo, especialmente porque la pitahaya carece de un marco regulado de productos autorizados. Por ello, Hylogens ha priorizado la selección de materiales resistentes y que no exuden azúcares en exceso —lo que atrae hormigas y pulgones— y que mantengan un cladodio sano, resistente y estable".
Sabores con matices e identidad
"El sabor es otro de los pilares del programa. Un alto grado brix no implica necesariamente un buen sabor", subraya Malen. "Hemos visto frutos muy dulces que saben a agua con azúcar y por ello lo que buscamos es equilibrio entre dulzura y acidez, con matices e identidad".
© HylogensHylogens trabaja con una diversidad genética amplia que incluye materiales completamente verdes, variedades bicolores y otras que llegan a tonalidades casi anaranjadas. Sin embargo, el criterio final nunca es puramente estético: si una selección no alcanza un nivel adecuado de producción, postcosecha, autopolinización o calidad sensorial, se descarta.
Uno de los avances más destacados del programa, de hecho, es la autocompatibilidad. "La pitahaya tradicionalmente exige polinización manual a horas concretas y con alta dependencia de mano de obra, un aspecto que limitaba su viabilidad en invernadero. Para facilitar el cultivo, hemos conseguido materiales que cuajan con abejorros y otros polinizadores habituales del invernadero, lo que reduce costes y permite un manejo mucho más práctico y sostenible". Según Edgar, esto abre la puerta a una expansión real del cultivo, no solo en Almería, sino en regiones como Valencia, Huelva o incluso zonas interiores en España, donde ya hay plantaciones comerciales funcionando sin invernadero.
© Hylogens"Hylogens trabaja además para garantizar la trazabilidad sanitaria", destaca. "Todo el material que comercializamos pasa por un proceso de cultivo de meristemos y propagación in vitro. Este sistema asegura una clonación exacta, homogeneidad y, sobre todo, la ausencia de virus. En un cultivo que suele propagarse por esquejes informales y donde la importación no controlada puede introducir patógenos desconocidos, este enfoque representa un salto cualitativo para el sector y una protección para el ecosistema agrario local".
El lanzamiento comercial está previsto para el 2026
Actualmente las nuevas variedades propias de Hylogens aún se encuentran en fase avanzada de ensayo, tanto en distintas zonas de España como en países como Guatemala o Vietnam, para observar su comportamiento en diferentes condiciones. El lanzamiento comercial está previsto para el 2026; pero mientras tanto, Hylogens ya suministra materiales clásicos depurados y libres de virus, lo que está impulsando un replanteamiento profesional del cultivo entre productores de berries y frutales".
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El mercado, coinciden Malen y Edgar, vive una etapa de maduración. El interés inicial desbordado ha dado paso a una fase más racional en la que los agricultores buscan garantías reales. "Muchos productores entraron en la pitahaya por moda, igual que ha pasado con otros cultivos. Ahora toca demostrar que su producción puede ser rentable, estable y tecnificada".
"Queremos que la pitahaya deje de ser un cultivo de frustraciones y se convierta en una oportunidad real", concluye Edgar. "Para eso estamos trabajando: para ofrecer plantas adaptadas, fiables y productivas que permitan consolidar el cultivo en España y en otras regiones mediterráneas".
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