El tomate, un cultivo esencial para la economía y suministro de Ñuble, enfrenta desafíos por el cambio climático en Chile. Científicos y agricultores promueven soluciones innovadoras para su adaptación. La adaptación a la sequía se centra en la innovación genética y el manejo agronómico, según un reciente informe agrícola. Desde el árido norte hasta el seco centro, el tomate chileno es un emblema de resistencia climática.
Investigaciones en la región de Arica y Parinacota, lideradas por la académica Elizabeth Bastías de la Universidad de Tarapacá, buscan una variedad de tomate que prospere bajo condiciones extremas. Tras 20 años, se ha desarrollado el tomate "Tunka Payani", que combina la genética del antiguo "Poncho Negro" con innovaciones tecnológicas. Elizabeth Bastías menciona que el norte enfrenta un "déficit hídrico muy fuerte", con apenas cuatro milímetros de lluvia anuales. La nueva variedad conserva sabor y textura, soportando altas temperaturas y la escasez de agua.
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En Limache, al sur, el reto es mantener el tomate limachino antiguo ante la escasez hídrica. Gabriela Lemus, presidenta de la Cooperativa Agrícola COALIM, describe la situación de los pozos profundos debido a la sequía. La técnica de "estrés hídrico" se utiliza para endurecer las plantas por métodos alternos de riego.
La clave para la supervivencia del cultivo radica en la adaptación. En el norte, se destaca la agricultura tecnológica y la desalinización, mientras que en el centro, prácticas sostenibles persisten. Bastías sugiere que la innovación tecnológica podría aplicarse a otras regiones del país. A pesar de las iniciativas, Lemus subraya la fragilidad del sistema y advierte sobre la continuidad de la sequía afectando las napas de agua.
El tomate chileno evidencia el compromiso de agricultores y científicos que trabajan por mantener la producción en condiciones áridas, enfrentando el desafío del cambio climático.
Fuente: www.sancarlosonline.cl